"La ciudad sin luz": premoniciones árticas
Por Ignacio Castro Rey
A pesar de generarle sentimientos encontrados, Iñigo Errejón llegó a hablar recientemente de una desolada orfandad al terminar La ciudad sin luz, primera parte de Mil ojos esconde la noche. No es de extrañar. La intensidad carnal de los personajes y situaciones que Juan Manuel de Prada recrea es tal, el ritmo que nos acoge en ese universo ficticio es tan vivo que muy bien se puede producir, al término de convivir con esos perfiles en hervor, la aflicción de un vacío. Quizá la sensación de orfandad se alimente finalmente de algo parecido al temblor de una emoción que en La ciudad sin luz late por todos los poros y, sin embargo, en la vida corriente hemos dejado languidecer.

Por Jorge Alemán (*)

Parece que cada discurso lleva en su matriz una fatalidad insuperable .

Al comienzo mantiene su novedad disruptiva, su condición de ruptura, su apertura a otro modo de pensar y habitar la lengua.

Por Eduardo Luis Aguirre

La sorprendente extemporaneidad de una guerra de las características de la que acontece en Ucrania concita reflexiones desde diversos planos analíticos. Desde las consecuencias de la guerra, la reconfiguración futura de los bloques de poder mundiales o el rol de Europa hasta la extrañeza de una guerra "de invasión" que muchos anotan como un resabio de los enfrentamientos armados del siglo pasado.

Por Eduardo Luis Aguirre

 

El "miedo al futuro" (*) se hace cada vez menos difuso. Una pesadumbre generalizada recorre el planeta. Al acelerado colapso ambiental se suma la barbarie del capital en su más injusta y flagrante modalidad de acumulación, una pandemia de pronóstico todavía incierto y una veintena de guerras diseminadas en diferentes latitudes.

Por Eduardo Luis Aguirre

 

La guerra es el horror. Un horror indecible. El que resume las pasiones más tristes de los seres humanos. El que masacra, humilla, aniquila y degrada a los pueblos. La guerra en Ucrania, cualquiera sea la lectura política que de ella se haga, no constituye una excepción a ese hiato oscuro de la condición humana.

Por Víctor Ternovsky (*)

 

Las lágrimas de cocodrilo. Son las que se les salen a los llamados 'líderes' occidentales, quienes, además de ejercer como portavoces del régimen de Kiev, se muestran 'extremadamente preocupados' por un conflicto bélico que, no sólo lo generaron ellos mismos –al imponer en Ucrania un Gobierno de corte nazi a través de un golpe de Estado–, sino que también lo están alimentando.

 

Por Eduardo Luis Aguirre

 

 La guerra en Ucrania ha abierto un abanico de múltiples especulaciones e interminables preocupaciones por las distintas consecuencias de todo orden que el conflicto puede llegar a deparar.

Una de las incómodas cuestiones que no se enuncian con frecuencia es el papel que las religiones cristianas, y sobre todo sus jerarquías, juegan en los respectivos países en pugna.

Por Beatriz Gimeno (*)

 

 

Este artículo no será de esos que se leen y se comentan por las redes, porque hay asuntos que permanecen enterrados debajo de esa realidad vertiginosa y volátil; asuntos que se ponen grises de tanto tiempo como ha pasado sin que nadie se ocupara de ellos. Hay cuestiones que al nombrarlas generan, como mucho, indiferencia, cuando no la sensación, en quien las menciona, de estar pisando un terreno que la mayoría encuentra perfectamente prescindible. Hoy quiero escribir de una de esas cuestiones y alejarme un poco de esta "chispeante" actualidad que aturde y agobia a partes iguales.