Por Eduardo Luis Aguirre

 



Recuerdo haber leído hace ya varias décadas un texto impactante que -si la memoria no me falla- pertenecía a Teilhard de Chardin.

Por Lidia Ferrari (*)

 


Uno de los síntomas de este mundo neoliberal, uno de los tantos, es la soledad. En la crónica cotidiana en Europa y Estados Unidos se encuentran después de meses y años ancianos muertos en sus casas, sin que nadie lo advirtiera.

Por Eduardo Luis Aguirre.

La teoría es parte inescindible de la política. No hay transformación social posible sin una concepcion teorica vigorosa.

Por Lidia Ferrari

 

 

A propósito de la interrogación de un amigo acerca del rol de los intelectuales en estos tiempos, comparto algunas ocurrencias, opiniones, libre asociación que tuve sobre su inquietud. Creo que son tiempos en los que los intelectuales están devaluados, no sólo por sus reflexiones más o menos agudas o deficientes, sino porque ciertas coordenadas para pensar la época están transformándose de tal manera que no bastan los recursos a nuestro alcance.

Por Lidia Ferrari

 

 

Hay que dinamitar casi todo”, dice suelto de cuerpo un dinamitador serial que en cuatro años no logró dinamitar todo en Argentina, pero casi. El Poder que siempre pretende extraer toda riqueza para sí, está representado por estos fantoches que, sin pudor, con poder e impunidad dicen lo que deberían, al menos, disfrazar.

"Una cosa se llama necesaria o por razón de su esencia o por razón de la causa. En efecto, la existencia de una cosa se sigue necesariamente o bien de su misma esencia y definición o bien de una causa eficiente dada. Y por estas razones se dice también que una cosa es imposible, a saber, o bien porque su esencia o definición implica contradicción, o bien porque no se da ninguna causa externa que esté determinada a producir tal cosa", dice Spinoza en su Ética. Ahora bien ¿quién está en condiciones de delimitar la inexistencia efectiva de una causa externa? ¿La pasión? ¿el deseo? ¿la fe? ¿la razón? ¿el ardiente compromiso cotidiano con el otro? ¿la rebeldía inclaudicable contra lo que consideramos insoportablemente injusto? ¿la obstinación del lenguaje como herramienta clásica de lucha política? ¿el animarnos a pensar por fuera de los bordes de lo que alguna vez aprendimos, memorizando y repitiendo, sin que medie ninguna vocación insurrecta en esa rutina platónicamente cavernaria? ¿O será que la existencia y la inexistencia, como dos extremos tensos de lo externo pueden capitular frente a lo unitario y a veces claudican frente a la voluntad y lo común? Y que ese quiebre se fortalece con la generosidad del sentimiento y el descubimiento de un sentido emancipador. Con el reconocimiento de lo compartido. Con la síntesis emotiva y conjunta de lo utópico. La gratitud es una síntesis, no sé si exacta y total, de una entrega que nos releva de la centralidad y nos conduce a acercarnos a lo singularmente irrepetible de los otros. La gratitud es nada más y nada menos que convertir un sentimiento en acción. Lo hago, como puedo, a través de la palabra, que siempre habrá de trascendernos y convocarnos en la condición austera, contingente y profundamente humana de lo próximo.


















Por Eduardo Luis Aguirre

 

 

Desde que estalló la guerra entre la OTAN y Rusia albergo una creciente intuición que, a esta altura, se cristaliza paulatina y sostenidamente en sus rasgos intrigantes.

Por Eduardo Luis Aguirre

 

 



A veces pienso que quienes oficiamos de escritores sin presumir de ello, estamos mucho más vinculados a ordenar la materialidad que a la amenidad de la estética.