Más valdría que se lo coman todo y acabemos
Por Diego Tatián (*)
 
La política es el reino de lo impuro. Votar, casi nunca es votar por alguien y casi siempre votar contra alguien para evitar que prospere lo peor, el summum malum que se cierne, inminente.

Por Eduardo Luis Aguirre

Las características de la cultura dependen en cada etapa histórica de los sectores sociales hegemónicos que establecen una organización económica, política y social. Para ello reglamentan normas que se formalizan jurídicamente y que regulan las relaciones entre los miembros de la comunidad cuyo objetivo es reproducir las condiciones de dominación” (1)

Por Eduardo Luis Aguirre


En la convulsionada Francia de los años sesenta, Jean Paul Sartre fue un protagonista central de las protestas estudiantiles y obreras que se reproducían y crecían en un revulsivo social sin precedentes. En todo el mundo, el filósofo era conocido por su multifacética producción intelectual, pero también por su férrea  toma de posición en la guerra de Argelia, por los viajes que hizo a Cuba a pocos años de haberse producido la Revolución, a la siempre atractiva Unión Soviética de esa época, a la fascinante Yugoslavia de Tito, epicentro de la fundación de los países No Alineados.

Por Jorge Alemán (*)

 

Según una serie de intelectuales de origen británico, al menos en su gran mayoría, el capitalismo en su etapa algorítmica  y  megaconectada financieramente ha producido un colapso antropológico donde los relatos simbólicos de la izquierda son anacrónicos. Carecen de una operatividad real y son el mero testimonio del peso de un legado que ya no nos dice nada del futuro. En esta perspectiva, la izquierda y los distintos relatos emnacipatorios como los movimientos nacionales y populares estarían anclados en un apego melancólico al pasado. De distintos modos, es lo que se deduce del “Manifiesto Aceleracionista”.

Por Eduardo Luis Aguirre

Los embates contra los distintos, la privación de derechos de los más vulnerables, la persecución política, el racismo, las lógicas de aniquilamiento, las violaciones a los derechos y garantías constitucionales que asedian a los ciudadanos que habitan la región (y buena parte del mundo occidental) no son un invento de última generación. No configuran una parte del acervo cultural de las nuevas derechas violentas del neoliberalismo del siglo XXI, ni implican un arrebato creativo que se cierne sobre los sufridos pueblos del mundo.

Por Diego Gómez (*)



La batalla de Stalingrado fue clave en la Segunda Guerra Mundial. La ofensiva nazi a la URSS en 1941 dio un vuelco con su derrota en febrero de 1943 gracias a la resistencia de las masas y abrió el camino para el avance del Ejército Rojo hacia Berlín.

Ramón Grosfoguel

Por Eduardo Luis Aguirre

Hay una frase que ha llenado de orgullo a varias generaciones de compatriotas y de vergüenza a otras: "Los argentinos descienden de los barcos". Este "aforismo" confirmaba la creencia tan difundida de que la Argentina no tuvo pasado indígena, lo que uno podía comprobar siguiendo los manuales de historia con los que se educaron la mayoría de los argentinos que hoy tienen más de 30 años” (1). 

Una de las problemáticas más sensibles del saber criminológico lo constituye su imposibilidad histórica de superar el marco de la epistemología eurocéntrica o americanocéntrica. Aunque parezca una cuestión lateral, la colonización en materia de contenido criminológico acompañó el proceso totalizante de cooptación cultural de la conquista, y ese sesgo colonial no ha podido ser conmovido por la academia, después de más de tres décadas ininterrumpida de vigencia democrática.