Por Eduardo Luis Aguirre

En un artículo anterior, en el que habíamos comenzado a analizar el discurso del Presidente de Rusia en el último Foro Económico de Davos, destacábamos la mirada de Putin sobre las consecuencias socioeconómicas  y sociopolíticas de la pandemia, a las que Rusia proponía anticiparse con un diagnóstico de situación y medidas urgentes y concretas.

El expositor aseguraba respecto de ambas problemáticas que en el futuro será imposible intentar recomponer las economías apelando a herramientas tradicionales tendientes a aumentar el crédito privado y mucho menos a una especie de reseteo sistémico capaz de arrojar a millones de personas a la desocupación.



 La llamada flexibilización cuantitativa, que solo aumenta e infla la “burbuja” del valor de los activos financieros, conduce a una mayor estratificación de la sociedad.

“Ciertas esperanzas de que será posible "reiniciar" el modelo de crecimiento anterior están asociadas con un rápido desarrollo tecnológico al que se ha denominadocuarta revolución industrial, que se basa en el u so generalizado de inteligencia artificial, soluciones automatizadas y robóticas. La pandemia de coronavirus ha acelerado enormemente estos desarrollos y su adopción”.

“Sin embargo, este proceso da lugar a nuevos cambios estructurales, en primer lugar me refiero al mercado laboral. Esto significa que sin una acción gubernamental eficaz, muchas personas corren el riesgo de quedarse desempleadas. Además, esta es a menudo la llamada clase media. Y esta es la base de cualquier sociedad moderna”.

Esta probabilidad cierta de aumento de las privaciones de las personas es lo que traerá consigo una profundización de los problemas sociopolíticos, aumentando el descontento, la frustración, el encono y la fragmentación social. Seguramente también deparará una profundización de los conflictos y las contradicciones. En este punto, hay que volver a recalar en el respeto de las tradiciones enunciado por Putin como una forma de galvanización comunitaria que desactive este escenario probable de mayor enemistad.

Y en la base de este fantasma decimonónico, la guerra de todos contra todos del siglo XXI postpandémico está provocado por la a posición monopólica dominante de las grandes empresas capaces de organizar hasta ahora los procesos tecnológicos y de negocio sobre los que se afirma el neoliberalismo. El líder ruso ensaya, entonces, una pregunta crucial: “¿en qué medida ese monopolio corresponde precisamente a los intereses públicos? ¿Dónde está la línea entre negocios globales exitosos, servicios y servicios bajo demanda, la consolidación de big data y los intentos de manejar la sociedad con rudeza, a su propia discreción, reemplazar instituciones democráticas legítimas, de hecho, usurpar o restringir el derecho natural de un persona para decidir por sí misma cómo vivir, qué elegir, qué posición expresarse libremente?”

La globalización de estos negocios globales exitosos depara, además, lo que Rusia señala como el tercer desafío: prever que la clara amenaza que podemos enfrentar en la próxima década, es la exacerbación de toda la gama de problemas internacionales. “Después de todo, los crecientes problemas socioeconómicos internos no resueltos pueden empujar a las personas a buscar a alguien a quien culpar de todos los problemas y redirigir la irritación y el descontento de sus ciudadanos. Y ya lo vemos, sentimos que el grado de política exterior, retórica propagandística está creciendo. Se puede esperar que la naturaleza de las acciones prácticas también se vuelva más agresiva, incluida la presión sobre aquellos países que no están de acuerdo con el papel de los satélites controlados obedientes, el uso de barreras comerciales, sanciones ilegítimas y restricciones financieras, tecnológicas, y esferas de información”.

“Tal juego sin reglas aumenta críticamente los riesgos del uso unilateral de la fuerza militar; ese es el peligro, el uso de la fuerza bajo uno u otro pretexto inverosímil. Esto multiplica la probabilidad de nuevos "puntos calientes" en nuestro planeta. Esto es todo lo que no puede dejar de preocuparnos”.

En este escenario mundial novedoso, crítico, irresuelto, plagado de incógnitas y desafíos no saldados, Putin convoca a no perder una perspectiva positiva del futuro mediante la articulación de una agenda “creativa” que acerquen posiciones que posibiliten identificar las fuentes que generan tensión global.

Lo que el orador de Davos propone implica un desafío que quizás no reconozca antecedentes, y por eso debe anclar en posturas necesariamente creativas. Las grandes estructuras modélicas estatales generadas por las grandes teorías políticas de la modernidad colapsaron. Ni el liberalismo, ni el fascismo, ni el comunismo, en cualquiera de sus expresiones están en condiciones de habilitar respuestas proactivas y armónicas para lo que vendrá. El multilateralismo y el rol de los estados nación parecen haber postergado la utopía regresiva de la globalización, acaso el paradigma más fugaz de la historia.

"Está absolutamente claro que el mundo no puede seguir el camino de construir una economía que funcione para un millón de personas o incluso para un “billón de oro”. Es solo una actitud destructiva.

Los significados y el énfasis de una política de este tipo diseñada para garantizar un desarrollo sostenible y armonioso son obvios. ¿Qué es? Se trata de la creación de nuevas oportunidades para todos, condiciones para el desarrollo y realización del potencial de una persona, sin importar dónde nació y vive.

Y aquí esbozaré cuatro prioridades clave. ¿Cómo los veo como prioridades? Quizás no diga nada original. Sin embargo, dado que Klaus permitió que Rusia expresara mi posición, ciertamente lo haré".

"Primero. Una persona debe tener un entorno de vida cómodo. Se trata de vivienda e infraestructura accesible: transporte, energía, servicios públicos. Y, por supuesto, el bienestar ambiental, esto nunca debe olvidarse.

Segundo. Una persona debe estar segura de que tendrá un trabajo que le proporcionará un ingreso en constante crecimiento y, en consecuencia, un nivel de vida decente. Debe tener acceso a mecanismos de aprendizaje efectivos a lo largo de su vida, hoy es absolutamente necesario, que le permita desarrollar y construir su carrera, y luego de su culminación, recibir una pensión digna y un paquete social.

Tercero. Una persona debe estar segura de que recibirá una atención médica eficaz y de alta calidad cuando se requiera, que el sistema de salud en cualquier caso le garantice el acceso al nivel moderno de servicios.

Cuarto. Independientemente de los ingresos de la familia, los niños deben poder recibir una educación decente y desarrollar su potencial. Cada niño tiene este potencial".

"Esta es la única forma de garantizar el desarrollo más eficaz de la economía moderna. Una economía donde las personas no son un medio, sino un fin. Y solo aquellos países que puedan avanzar en las cuatro áreas señaladas (no son exhaustivas, solo hablé de lo principal), sino solo aquellos países que puedan avanzar en al menos estas cuatro áreas, garantizarán un desarrollo sostenible e inclusivo".

Ensayemos una nota al pie de algo que expresamos tangencialmente en renglones anteriores. Si esta, la que ensaya Putin, fuera una "cuarta" teoría política, que reniega del fascismo, del comunismo y del liberalismo en su forma actual, no podemos evitar las preguntas sobre los alcances de una propuesta que ensaya una revalorización del multilateralismo y la estatalidad con los derechos civiles y políticos de cuño decimonónico. El marco de la pandemia ha corrido límites, ha naturalizado intervenciones hasta entonces inusuales. El estado y la emergencia de la peste han convivido de una manera diferente. El paso del virus dejará huellas nada fáciles de imaginar en todo el planeta. Por ende, es erróneo suponer que la pandemia implica solamente una pausa traumática entre un viejo orden y su futura reposición. Que será una mera situación disruptiva, pasajera, entre dos situaciones de equilibrio que derivarán en una misma continuidad que reconoceremos de inmediato. El coronavirus va a producir consecuencias sin precedentes en la materialidad de las sociedades, de las políticas y de las existencias.