Por Eduardo Luis Aguirre y María Liliana Ottaviano.

Como intentamos expresar a través de distintas entregas, existen múltiples dimensiones, una infinita cantidad de lugares, miradas y perspectivas desde la que puede ser analizada la pandemia y su incidencia social, presente y futura.

En ese marco, queremos destacar un significante que se repite, se entremezcla, se tramita y circula como una suerte de estado natural sobrevenido durante los días de cuarentena. El aburrimiento, el tedio que se deriva o sobreviene como consecuencia del encierro prolongado.
Por Eduardo Luis Aguirre y María Liliana Ottaviano

Día llegará en que Argentina y el mundo habrán de superar el asedio pandémico. Mientras el país se prepara para afrontar días decisivos, la rutina de la cuarentena nos concita a pensar. En este caso, a asumir el ejercicio infrecuente de pensar en lo grave, que -para Heidegger- es justamente lo gravísimo de nuestra época (1).

 

Por María Liliana Ottaviano

Un evento se consolida como disruptivo cuando desorganiza, desestructura o provoca discontinuidad. La desorganización y lo que ocurra con ella no le pertenecen al evento sino que dependen del sujeto que lo vive” (1).

Por Eduardo Luis Aguirre

El ser humano, contrariamente a lo que a veces se intuye, siempre fue Comunidad.
Por el contrario, la individualidad es una creación del Medioevo europeo que se consolidó con la posibilidad de acceder por primera vez a la lectura de libros en voz baja. Es interior, dramática y profunda. Es espléndidamente rica, reflexiva, inspiradora.

Por Lidia Ferrari (*)

Interesante la situación con el Corona Virus en Italia para pensar la dialéctica causa-efecto.
¿Hay más afectados por el Corona Virus en Italia que en otros países y por eso está en el centro de la información? ¿O Italia desde un inicio buscó a los ‘coronados’, los encontró e informó la situación? No lo sabemos. Lo que es cierto es que estamos en cuarentena.

Por Eduardo Luis Aguirre

Las manifestaciones que en su programa radial pronunció hace algunas horas la conductora María Elizabeth Vernaci no pueden ser ignoradas. La elocuencia inequívoca, la vocación expresa y la categórica resolución de decir lo que se dijo se reafirmaban detallada, expresamente por quien profería esas frases terribles.

Por Ignacio Castro Rey (*)

Uno escribió hace poco algo así: “Solamente dura lo que se atreve a romper con la cárcel de la fama” (Lluvia oblicua). De maneras tan distintas, Pasolini, Lennon y Lispector estaban en esto, sin abandonar nunca la humilde ley de la gravedad y una comunidad elemental de la supervivencia que nos permite seguir, como creadores y como humanos. Es más una decisión ética (casi animal) que estética, dicho sea de paso. La creación artística no es un resultado de la alta cultura, sino de la más baja necesidad. Uno escribe, decía hace poco una escritora, “porque de otro modo me vería obligada a matar”. A su vez, Rilke sugiere: No pregunte a nadie por la calidad de sus versos, pregúntese si podría vivir sin ellos.

Por Ignacio Castro Rey

Las emociones vuelven: ¿alguna vez se habían ido? La compasión, la tristeza, el asco, la ira, el miedo o la alegría encarnan la violencia del alma, de tener un alma. Sin embargo, oímos, es necesario saber gestionar nuestras emociones. Ahora bien, solo se gestionan cadáveres, vivencias previamente troceadas, diseccionadas, arrancadas de su suelo corporal de verdad.