El pasado viernes 7 de agosto, en el Salón Azul de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa, ante una numerosa, heterogénea y participativa concurrencia, dio comienzo el Seminario "Genocidio, Justicia Universal y Guerras en la era del Imperio". En la oportunidad, la Profesora Norma Merlín presentó su libro "Populismo y Psicoanálisis", y en el marco de lo previsto, se desarrolló un intenso debate acerca de las categorías y conceptos enunciados por la docente y por el responsable del ciclo.
El Seminario continuará el viernes 14, a partir de las 19 horas, siguiendo la propuesta previamente acordada. Lamentablemente, no disponemos de fotos del encuentro y por eso no podemos compartir esas imágenes. De todas maneras, es válida la oportunidad para recordar que en la próxima reunión recorreremos juntos la temática "Imperialismo y guerras en la unipolaridad global". Los esperamos, para seguir debatiendo y entendiendo un mundo complejo y en permanente conflicto.
La estrategia imperial, durante la modernidad tardía, admite el despliegue de distintas formas de dominación y control y supone la capacidad de construir distintas agendas frente a coyunturas internacionales diversas. Esa aptitud resiliente podría sugerir, en una primera mirada, que la magnitud de la crisis del capitalismo a nivel global impide la viabilidad de soluciones unilaterales y homogéneas. Pero, desde otra perspectiva, da la pauta de una relación de fuerzas y una capacidad de disciplinamiento tal que permite a EEUU y sus aliados desarrollar diferentes estrategias pendulares de reafirmación hegemónica, que van desde las intervenciones militares hasta la puesta en práctica de dispositivos de mucha mayor sutileza y análoga eficacia.
Hay algunos ejemplos que son elocuentes a la hora de comprender esos matices, que son los que caracterizan al imperialismo contemporáneo.
En primer lugar, Estados Unidos posee la mayor´parte del armamento nuclear mundial, el complejo militar industrial sigue conservando un protagonismo indiscutible en el armado de las relaciones internacionales, sus bases militares acentúan el rol disuasivo que normalizan en clave imperial la realidad mundial contemporánea, y sus intervenciones bélicas y policiales, realizadas de manera directa o indirecta (apelando incluso al patrocinio de grupos terroristas y mercenarios), marcan un límite objetivo a la capacidad de construcción de alternativas contrahegemónicas. Por lo demás, su predominio se mantiene intacto en materia económica, energética, tecnológica e informática.
Sin embargo, también es cierto que la imposibilidad de sostener de manera concomitante una cantidad indiscriminada de conflictos, provoca que ese mismo poder imperial se permita desactivar unilateralmente algunos de ellos. De esta forma, sin alterar su vocación disciplinaria global, promueve y lleva adelante el acuerdo del G5+1 con la República Islámica de Irán o "normaliza" sus relaciones diplomáticas con Cuba.
Al mismo tiempo, se permite incidir directamente en la crisis europea, donde almacena más de 200 armas nucleares y en el delicado entramado asiático (donde conserva -solamente en Japón- alrededor de 80 bases militares).
En ese contexto de máxima complejidad generado por la aparición de nuevos sujetos y alianzas internacionales, es necesario advertir las nuevas formas de influencia imperial en América Latina, y su relación con las dificultades objetivas que afrontan los gobiernos populistas en la región.
Más allá de la concurrencia de gobiernos vecinos afines a Washington en espacios geopolíticos estratégicos (México, Colombia, Perú), es una constante cada vez más evidente la injerencia de la administración Obama a través de estrategias sistemáticas de debilitamiento de los gobiernos que expresan experiencias emancipatorias.
A las experiencias golpistas exitosas de Honduras y Paraguay, deben sumarse otros intentos destituyentes no saldados a la fecha.
La "revuelta de ricos" (según grafica el analista Modesto Guerrero), virtual guerra civil llevada a cabo por diversos medios contra Venezuela, fuertemente jaqueada actualmente por factores endógenos y exógenos (entre ellos, la caída del precio del petróleo), es una constante que acompaña a la Revolución Bolivariana desde que Hugo Chávez accediera al poder.
La frágil economía ecuatoriana, y las sucesivas intentonas golpistas de diverso cuño contra el gobierno de Correa, han terminado erosionando seriamente a un líder regional de fuerte envergadura, que hoy por hoy cuenta -según fuentes occidentales- con apenas un 42% de aprobación de su gestión en la opinión pública de su país.
Evo Morales no la tuvo fácil en la medialuna boliviana, un territorio históricamente hostil a su gobierno, cuya máxima expresión fue quizás el recordado "noviembre negro", y actualmente sufre un desgaste innegable con la crisis de Potosí, un enclave donde nueve de cada diez habitantes son pobres y donde se coaligan en la protesta distintas organizaciones sociales en demanda de mejoras inmediatas en la calidad de vida.
En Argentina, la máxima de Rodolfo Walsh parece conservar intacta su vigencia. En momentos de debilidad, el pueblo vuelve a retroceder a posiciones conocidas que, como siempre, están ocupadas por el peronismo. Con todo lo que ello implica. Más de una década de kirchnerismo serán sometidos a una dura prueba. El gobierno ganó la primera batalla cultural. La segunda quedará para otra etapa de la historia, en el mejor de los casos.
Brasil se debate en una crisis que no tiene fin. Las corporaciones jaquean a Dilma, por sus logros y por sus errores. Pero, en verdad, a pocos meses de asumir su nuevo gobierno, está claro que el establishment va por Lula, único gobernante del gigante sudamericano que se retiró de su gestión con un 80% de imagen positiva. Como es lógico, la crisis institucional va acompañada de fabulosas campañas mediáticas, un enrarecimiento del clima institucional e indisimulables complicaciones económicas.
Una vez más, parece claro que los intentos permanentes de golpes blandos en América Latina -más allá del resultado que alcancen- ponen al descubierto las debilidades y los errores de los populismos que durante años confluyeron en expresiones unitarias sin precedentes y lideraron las expectativas libertarias de los pueblos del mundo.
Si uno de los rasgos indentitarios del populismo consiste en escuchar las demandas colectivas, es probable que en estos últimos tiempos la capacidad de atender esas demandas o convertirlas en transformaciones estructurales haya ingresado en una opacidad difícil de mensurar. La primera de las hipótesis remite, paradójicamente, a la incapacidad de interpretar las subjetividades que sustituyen el determinismo teleológico de las antiguas concepciones tributarias del marxismo clásico. La segunda es, por ahora, una conjetura capaz de ensombrecer el horizonte común,que plantea las inconsistencias teóricas, programáticas, gestivas, tácticas y estratégicas de lo que pudimos ser y -al menos hasta ahora- todavía no fuimos. Una buena forma de recuperar el músculo perdido podría ser fortalecer, dinamizar y organizar los espacios regionales. Son tiempos difíciles los que hay que atravesar. Y sólo la organización de los pueblos vence al tiempo.
El arrasador
triunfo del NO en el referéndum griego - hace de esto poco más de una semana-
exaltó efímeramente un imaginario restaurador de las posiciones populares
autonómicas frente a los poderes fácticos del capitalismo financiero
internacional.
A poco de
andar, y en medio de las exhumaciones de las retóricas más optimistas, la
troika demostró brutalmente que la voluntad popular y la democracia de los
países endeudados (en romance global, dependientes) no le incumben ni le
importan en absoluto. Forman parte -para los dueños del mundo- de expresiones
colectivas subalternas que, en modo alguno, pueden alterar el nuevo orden
instituido por el imperio.
La troika,
en realidad, se comporta como el caballo de Troya que encubre al FMI y la
burguesía alemana aliada al gendarme mundial omnipotente y a las clases
dominantes de los países europeos, inclusive las de los sufridos estados
sureños del viejo continente.
Las
draconianas condiciones impuestas a Grecia convierten a la eurozona en una
segunda cárcel de pueblos y el país helénico en un protectorado.
Con la
virtual colonización no se intenta humillar a un país sino, lisa y
llanamente, tumbar un gobierno de izquierda e infligirle una
derrota política y moral capaz de disuadir al resto de los pueblos europeos. Y, de paso, destinar un explícito mensaje a las experiencias
emancipatorias inacabadas que se han intentando consolidar durante la primera
década del tercer milenio. América Latina incluida, desde luego.
Y la
advertencia va en serio. La pasividad de China y Rusia frente a la rendición
incondicional impuesta a Tsipras así parece confirmarlo.
Según
apuntan algunos medios, el propio Tsipras habría quedado espantado con la
ferocidad de las sanciones que la troika tenía previsto aplicarle a Grecia si no firmaba un acuerdo más gravoso incluso que el previsto inicialmente. “Durante la reunión del Eurogrupo el gobierno
heleno ha recibido serias amenazas y chantajes que de
materializarse tendrían graves consecuencias para el pueblo griego,
ya que existe un plan perfectamente detallado (que ya estaba siendo aplicado)
para lograr un aislamiento completo del país a partir del miércoles a todos los
niveles, incluyendo el colapso de los bancos y la falta de provisiones de todo
tipo. Por lo tanto, con el fin de sobrevivir
y no sucumbir al Grexit, el gobierno se ha visto obligado a
aceptar compromisos muy duros, aunque también algunas victorias” (*), habría dicho
el presidente.
Merkel sabe
perfectamente que el ajuste es inviable. Que Grecia está acordando obligaciones
de cumplimiento imposible. Que es, a partir de ahora, un Estado fallido. Su
deuda alcanza el 180% de su producto bruto, y aunque cumpliera con las
condiciones impuestas y éstas permitieran recuperar el fetiche del equilibrio
en sus cuentas públicas, dentro de veinte o treinta años tal vez siga adeudando
una suma equivalente al 120% de su PIB, según cálculos estimativos recientes.
¿Quién querría verdaderamente ayudar a un país de 11 millones de habitantes, quebrado, cuyas posibilidades productivas
no exceden el turismo, la industria naviera y la agricultura, y que tiene indicadores sociales del tercer mundo?
Por eso, a
la hora de las negociaciones, los socios menores de Alemania fueron los más
tenaces detractores de Tsipras. Ellos saben que, aunque representen a los
sectores más favorecidos de sus propios países, están también en situación de
verdadera penuria. Y que, si Alemania quisiera ayudar a los países
subdesarrollados de Europa, debería destinar a esa ímproba tarea alrededor del 7% de su PBI durante
diez años. Impensable.
Tan
impensable como las condiciones que permitieron que un pequeño país (cuyo PBI
equivale al 2% del de la Unión europea) se convirtiera en "socio" de
Alemania, Francia, Holanda y Bélgica. Ahora vemos los límites de esa affectio societatis.
Hasta dónde
llegaron las presiones y coerciones de los patrones de la Troika que lograron
una capitulación fast food del país helénico, no lo sabemos. Pero
podemos inducirlo también de las palabras del ex ministro de economía griego. En su
primer aparición pública después de su dimisión, Yanis Varoufakis dió cuenta
del ninguneo que sufrió la delegación griega, reveló que los poderes reales son
"tan terribles como se los imaginaba", y además admitió las amenazas
de la Troika durante las negociaciones, en las que tuvo un protagonismo estelar
el ahora caído en desgracia Luis De Guindos, ícono de la representación de las
burguesías europeas menores subordinadas a Alemania. De Guindos acaba de ser
derrotado en su intento de ungirse presidente del Eurogrupo, que acaba de
reelegir por un nuevo período al holandés Jeroen Dijsselbloem, "un firme
defensor del rigor presupuestario", según lo describe la prensa
internacional.
Con Grecia
en ruinas, se derrumba el paradigma del estado de bienestar en Europa, y se
pone a prueba no solamente la perdurabilidad de un proyecto unitario
asimétrico, sino el propio sistema capitalista mundial. Por primera vez en
setenta años, el socialismo "democrático" desaparece de la conciencia
de masas europeas como una expectativa cierta. Algo funcional mal, como decía
Tony Judt.
Lo mismo
podemos decir ahora de las experiencias socialdemócratas europeas que se
exhibían como el modelo a seguir en términos de convivencia armónica durante la
década de los años sesenta y principio de los setenta.
Cualquier
tipo de rebelión contra el avance neoliberal puede terminar en una catástrofe
de consecuencias impredecibles.
Como
adelantara Varoufakis, las represalias, de cualquier índole (incluso las más
violentas) se harán en nombre de los derechos humanos, la democracia y la
libertad. y los voceros serán los mismos personajes que han decretado la
anexión.
Los que se
inspiran en la "idolatría de los derechos humanos", o acotan los derechos humanos a la categoría de la mera "libertad negativa" acuñada por Michael Ignatieff, respecto de la que advirtiera Danilo Zolo. De la
mano de esas aporías fundamentalistas, todo está permitido en el marco de la
nueva regulación jurídica de la globalización, que reivindica los derechos
humanos occidentocéntricos como una categoría universal susceptible de ser
impuesta a sangre y fuego y que protege a los ciudadanos en tanto y en cuanto tengan "la capacidad de actuar libremente para la realización de objetivos racionales" (**). En buen romance, que se abstengan de protagonizar conductas disfuncionales a los intereses de los oligopolios financieros .Lo que equivale a extender un certificado de
defunción al concepto de soberanía de los Estados y la autodeterminación de los
pueblos.
En la disputa irresuelta por un nuevo orden global, se inscriben instancias de poder hasta ahora no dilucidadas. Estados Unidos ha decidido arrastrar -al menos hasta donde pueda- a sus socios de Europa occidental a un callejón sin salida en el que la crisis de Ucrania aparece como una luz de alerta que pone en vilo a la región, cuya ubicación geopolítica la transforma en un virtual e hipotético epicentro de futuros conflictos. En esa clave deben entenderse los gestos no exentos de prudencia de la mayoría de los líderes europeos con capacidad de maniobra y tracción política, pero también -paradójicamente- las sanciones impuestas recientemente por algunas administraciones europeas a los rusos.
Por otra parte, la gigantesca maquinaria propagandística del imperialismo y sus aliados no ha logrado instalar hasta ahora la tesis de Rusia como país agresor en ese contexto de máxima sensibilidad. Debe recordarse que la reintegración de Crimea a territorio ruso fue tildada de ilegal por EEUU y la UE, y constituyó el pretexto inicial para la instrumentación de una seguidillas de sanciones contra Rusia, además del motivo de una demanda ucraniana ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en lo que configura una nueva puesta a prueba de los criterios de justicia de los tribunales internacionales.
Por el contrario, la diplomacia de Putin ha dado muestras sobradas de ductilidad, y a su rotunda victoria en el conflicto de Crimea ha añadido un manejo de los tiempos de máxima sutileza en la cuestión de las regiones ucranianas pro rusas. Como explica el analista Ratislav Ishchenko (*) , el tiempo juega inexorablemente a favor del Kremlin y profundiza la crisis sin salida del imperialismo. Por ende, eso ratifica la imagen de una administración Putin sumamente cómoda en un rol de protagonismo pacifista, mientras acumula fuerzas y suma aliados estratégicos en Asia, América Latina y África.
El unidimensionalismo cultural que impuso Estados Unidos desde la Guerra de los Balcanes, parece debatirse en un plano de deterioro cada vez más evidente.
Lo mismo pasa con el bagaje cultural heredado del neoliberalismo, el pensamiento único y el Consenso de Washington, que han demostrado ser el paradigma hegemónco más fugaz de la historia: en poco más de 20 años ha entrado en una suerte de crisis terminal. Las grandes mayorías populares del planeta, el nuevo sujeto político a controlar y disciplinar, descreen o se oponen a este modelo capitalista contingente. Un nuevo fantasma recorre el mundo. Se trata de una utopía negativa,de resultas de la cual casi todos explícitamente manifiestan su descreimiento en este sistema, aunque todavía no hayan podido reconstituir un paradigma totalizante alternativo.
Pero los ejemplos de rebelión de muy diferentes matrices y matices crecen y se multiplican por doquier. América Latina y sus democracias populares autonómicas, España, Grecia, Portugal, medio oriente, la experiencia política kurda y su influencia política institucional recientemente confirmada en Turquía configuran solamente algunos de los casos a los que pretendemos aludir.
El rol que juega la nueva Rusia como aliada natural de este poder emergente es indudable. Por eso es que el imperialismo no solamente redobla la apuesta militar, sino que incluso pretende poner en práctica, en la propia Plaza Roja, otra revolución de colores.
Ya habíamos anticipado esta intencionalidad durante la definición de la crisis de Crimea. Ahora la cosa parece estar más clara. "La designación de John Tefft como embajador de EEUU en Rusia se percibe como un posible paso hacia la desestabilización de la situación en Rusia y en Eurasia en general. A diferencia de su antecesor, Michael McFoul, Tefft está considerado como el supervisor de las revoluciones de color en el espacio postsoviético" (**).
La noticia toma estado público en el mismo momento en que Estados Unidos promueve un golpe bando en Ecuador, con el mismo pretexto de enmascarar estas tentativas destituyentes como "golpes blandos", a la vez que también asienta fuerzas militares en un país aliado, en este caso en el Perú (***). La analogía con la crisis ucraniana no puede ser más nítida. Sobre todo si se toma en cuenta las presionas que ejercen los grupos de presión y factores de poder sobre el gobierno de Dilma Rousseff, justamente en la gran potencia de América Latina. Demasiados puntos de contacto como para ser mera casualidad.
Sin embargo, los grandes organismos institucionales, el "sistema jurídico" internacional no da señales de vida frente a estos atropellos sistemáticos contra las democracias del mundo. Recién ahora la ONU se plantea la posibilidad de imputar al gobierno de Israel por las masacres cometidas contra el pueblo palestino, según indicó el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, Zeid Raad al-Husein. No se observan reacciones de ninguna índole frente a los restantes atropellos que el imperialismo y sus aliados vienen perpetrando sin solución de continuidad desde hace décadas.
(*) http://sakerlatam.es/rusosfera/que-quiere-putin-un-importante-analisis-de-rostislav-ishchenko-hay-que-leerlo/)
(**) http://mundo.sputniknews.com/ensayos/20150415/1037286310.html#ixzz3dbCbgm6d
(***) Para conocer más profundamente sobre las bases estadounidenses instaladas en el Cono Sur, sugerimos la lectura del libro "Territorios Vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica", de la periodista Telma Luzzani, editado por Penguin Random House Grupo Editorial Argentina. Por supuesto, y como no podía ser de otra manera, todos esos enclaves están formalmente asignados a "misiones humanitarias".
El
deterioro del concepto de ciudadanía en España parece no tener fin. A la
decisión oficial de cerrar cualquier instancia de revisión de su pasado
inmediato (incluidas las groseras referencias del Ministro de Justicia
peninsular respecto del requerimiento efectuado por la jueza argentina Servini
de Cubría), deben añadirse esperpentos tales como la “ley mordaza” y el
comportamiento estatal violatorio de los Derechos Humanos de los migrantes
(rematada con la aparición de una nueva
cultura concentracionaria mediante la implementación de los “Centros de Estancia Temporal para Inmigrantes”, en el
que se hacinan, las víctimas actuales del colonialismo y el
imperialismo), que merecieran una severa
amonestación del Comité contra la Tortura de la ONU.
Por
si esto fuera sencillo de explicar incluso en el marco acotado de una
democracia formal y de baja intensidad como la española, el
gobierno acaba de sostener que el asesinato de
una prostituta a manos de un cliente no puede considerarse violencia de género "al no existir un vínculo afectivo
entre el agresor y al víctima". La explicación no puede ser más brutal.
Pero las manifestaciones oficiales peninsulares
no quedan ahí, y permiten inferir sin temor a equívocos que una suerte de
cataclismo en materia de derechos civiles y políticos acompaña la crisis
económica y social, como suele ocurrir de ordinario.
La fascistización de las
relaciones sociales no tiene fin. El
PP fue denunciado hace pocos días por “acarrear” ancianos “con demencia” para
votar por correo en un pueblo de Lugo.
La resistencia popular impide que aumente la cantidad
de presos políticos en el País Vasco, muchos de ellos sometidos a condiciones
inhumanas de detención.
Los desahucios, la represión sistemática de la
protesta social y un deterioro institucional sin precedentes, que incluye una
saga alarmante de graves episodios de corrupción política y empresarial,
completan un panorama sombrío que parece difícil de revertir en lo inmediato,
en el marco de una crisis social que parece no haber tocado fondo. Para colmo de males, una editorial del New York Times, a prueba de los epítetos macartistas habituales del gobierno y sus medios aliados, acaba de afirmar:"La nueva ley mordaza de España inquietantemente se remonta a los días oscuros del franquismo. No tiene lugar en una nación democrática, donde los españoles, como ciudadanos de la Unión Europea, tienen más que un derecho virtual al pacífico, protesta colectiva". Fin del recorrido?
La disolución del Pacto de
Varsovia en el marco de las nuevas relaciones de fuerzas globales, pusieron,
como ya hemos dicho, fuertemente en crisis la razón de existencia original de
la OTAN. La hipótesis de conflicto originaria, el “enemigo rojo”, había dejado
de existir, y por lo tanto, a pesar del poder militar incomparable de la gran
alianza atlántica, no fueron pocos los analistas que en aquellos años se
permitieron reflexionar sobre su utilidad y viabilidad.
A principio de los años 90. la poderosa OTAN veía
peligrar, con el descalabro de las burocracias socialistas, su continuidad al
quedarse sin enemigo. Disponía de medios, de un impresionante aparato militar y
mantenía intacta la estrategia de disuasión nuclear. Como bien lo hizo notar
Willy Meyer, un militar español habría descripto esa situación de desconcierto
en los siguientes términos: "la OTAN se ha convertido en una organización
con medios pero sin misiones, se están buscando nuevos objetivos para
garantizar su futuro."
Esos
nuevos objetivos comenzaron a delinearse en una reunión realizada en Roma,
durante el año 1991, que congregó a los referentes políticos de las grandes
potencias de la alianza, en la que Estados Unidos habría formulado dos
propuestas fundamentales.
“a) Dotar a la OTAN de capacidad para
realizar acciones fuera de la zona asignada en el protocolo inicial, lo que más
tarde se denominaría "misiones fuera del artículo 5".
b) Vincular la defensa europea a la de
los EE UU, lo que años más tarde, en ~996, al definir la Identidad de Defensa
Europea, se denominó "Fuerzas Separables pero no separadas",
eufemismo que explicita que cualquier fuerza europea estará indisolublemente
unida a las fuerzas y mandos militares de los EE UU.
En la mencionada reunión de Berlín, en
la búsqueda afanosa de los "nuevos peligros" que justificaran su
continuidad, se mencionan por primera vez "los peligros del Sur",
referidos a los países árabes. Es en ese contexto cuando el entonces Secretario
General de la OTAN, Willy Claes, afirma que "el integrismo musulmán
representa el mayor desafio para Europa desde la caída del enemigo
soviético." En argot militar, pasamos de un enemigo Rojo a uno Gris, y ese
color gris acaba por estar asociado a peligros poco o nada definidos:
-La posible degeneración de las
exrepúblícas soviéticas en nacionalismos expansionistas
-La dispersión del armamento nuclear en Rusia, Ucrania, Bielorrusia y
Kazajastán
-Los conflictos del Cáucaso
-Los conflictos del Mediterráneo y los Balcanes
Por primera vez, la OTAN necesita identificar
los posibles riesgos de forma muy genérica, e invadiendo clara-mente en algunos
de ellos el terreno del campo político o diplomático, pero esto se convierte en
necesario para "vender" al público la necesidad de su propia
continuidad.
Se preparaba el terreno de la mano de
la administración norteamericana, para poder intervenir más allá del artículo
5, es decir, no como respuesta defensiva y siempre y cuando fuese requerida
para ello por las Naciones Unidas. En este sentido, la Guerra de
Bosnia-Herzegovina fue el mejor escenario posible para esta nueva teorización
del papel a seguir por la "Nueva OTAN". En los primeros seis años que
sucedieron a la Guerra Fría la ONU puso en marcha más operaciones militares en
zonas conflictivas que en los 40 años precedentes. Las llamadas "Fuerzas
de Paz" no siempre pudieron cumplir su objetivo, especialmente por
debilidad, falta de resolución y, a veces, por no cumplir su mandato
estrictamente humanitario. Especialmente, su papel en la Guerra de
Bosnia-Herzegovina mereció una crítica rotunda por su pasividad e ineficacia a
la hora de contribuir a reducir el conflicto.
Cuando la ONU, de la mano de Butros
Ghali, decide en 1992 ampliar el papel de la misma en el mantenimiento de la Paz, es decir, no limitar la
actuación de la fuerza tras un acuerdo entre las partes en conflicto, sino
forzar a las partes a sentarse a la mesa de negociaciones, abre una portezuela
por la que la OTAN se apresura a entrar, siempre a las órdenes de la ONU. Así,
la OTAN estrena su nuevo papel, de la mano de Naciones Unidas, en una misión
"Forcing Peace" en Bosnia-Herzegovina para imponer los acuerdos de
Dayton.
La propia debilidad consentida de la
ONU permite que, en la década de los 90, más de 60 Estados hayan utilizado,
para el mantenimiento de la Paz, fuerzas ajenas de la ONU, con resultados
variados y no siempre bajo la autorización del Consejo de Seguridad.
La situación estaba servida para la
siguiente vuelta de tuerca de la OTAN, toda vez que se tenían ya prefijados los
nuevos riesgos grises que permitían una amplísima gama de posibilidades de
intervención en un sinfín de conflictos en distintos territorios: la
posibilidad de intervenir no como respuesta a una agresión a la Alianza, objetivo
fundacional de la misma. Solo faltaba quitarse el engorroso trámite preceptivo
para poder intervenir sin tener que contar con la autorización expresa del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La administración norteamericana,
tremendamente reacia al posible papel de NN.UU. como gobierno de un mundo
plural, soñaba con la posibilidad de poder intervenir desde la OTAN al margen
del papel que el derecho internacional otorga en exclusividad a las NN.UU. en
la autorización del uso de fuerza. Sin embargo, necesitaban una disculpa para
esa vuelta de tuerca.
La Intervención Militar en
Yugoslavia: Un golpe de estado a la comunidad internacional, un mensaje a un
mundo en conflicto
El Presidente de la Asamblea de NNUU, el
canciller uruguayo Opertti, no dudó en calificar la agresión de la OTAN a
Yugoslavia como un "Golpe de Estado Mundial... No querría pasar a la
historia como el Presidente de la Asamblea de NN UU precisamente el año en el
que ese organismo firma su acta de defunción".
Efectivamente, la agresión de la OTAN a
Yugoslavia hay que entenderla en estos términos. Como vimos anteriormente, la
Alianza carece de toda legitimidad jurídica para emprender esa agresión. La
garantía de la seguridad internacional corresponde al Consejo de Seguridad. Es
una organización "defensiva" (art. 3 y 5 del Tratado), con un área
muy limitada de acción (art.6), y el ataque contra Yugoslavia es claramente una
agresión en los términos fijados por la Resolución 3314 de NN UU y una
manifiesta intromisión contra un Estado Soberano conforme a los artículos 2.4 y
2.7 de la Carta de Naciones Unidas.
Pero se necesitaba una disculpa para
mostrar al Mundo quién es el que verdaderamente manda, para diseñar el modelo
de seguridad para el siglo XXI, y la disculpa se encontró en el conflicto/guerra
civil de Kosovo, conflicto en cuyos orígenes no está ausente la responsabilidad
de los gobiernos europeos.
Se justificó la agresión apelando al
derecho de injerencia para garantizar los derechos humanos. En este caso, los
del pueblo kosovar.
En un mundo con cuarenta millones de
refugiados, con casos - desgraciadamente- tanto o mucho más dramáticos que el
del pueblo kosovar, sorprende, por cínica, la justificación de esa agresión que
no esconde la preocupación por la suerte de los kosovares sino la imposición
por la fuerza de un Nuevo Modelo de Seguridad basado en la capacidad de
agresión de unos Estados contra otros pisoteando la Carta de Naciones Unidas.
El cinismo de la administración
norteamerica al posicionarse en los conflictos internacionales que ocasionan
desmanes a los pueblos es conocido por todos. La permisividad y, a veces, la
complicidad con Gobiernos antidemoctáticos que han cometido toda clase de
tropelías, persecuciones y muerte es consustancial con la administración
norteamericana.
En este caso, sin ir muy lejos,
Turquía, miembro de la OTAN, ha reconocido (Ministro Hacologlu, 1995) que en
cuatro años el ejército ha destruido 3.250 pueblos y aldeas y desterrado a tres
millones de kurdos. Se podrían poner infinidad de ejemplos de pueblos que en la
actualidad están sufriendo persecución o a los que no se les reconoce su
derecho a una vida digna y autodeterminada: palestinos, saharauis, indígenas de
Chiapas, colombianos, afganos,ruandeses, sudaneses, birmanos, peruanos
somalís...
¿Qué mensaje es el que envía la OTAN al
mundo?
Que nadie tenga la menor duda de que el
próximo bombardeo no será ni sobre Ankara, ni sobre Tel Aviv, ni sobre México
DF...
No. Para la OTAN no es un problema de
derechos humanos, es simplemenre la necesidad de resolver su derecho a la
injerencia en aquellos conflictos que geoestratégicamente interesen para preservar
su zona de influencia[1].
Luego de ese momento de supuesta
crisis de identidad, la más grande alianza
militar de la historia no solamente ha dejado atrás su rol inicialmente
“defensivo”, para protagonizar activamente ataques contra los pueblos que
ensayen experiencias autonómicas de cualquier tipo, sino que, como bien lo
acaba de señalar en instancias particularmente críticas el presidente Putin, no
ha parado de expandirse desde la caída del muro de Berlín, a pesar de declarar
lo contrario[2].
Para poder llevar adelante esa
escalada sistemática de disciplinamiento global, la OTAN contó con la ayuda
inestimable de organismos financieros, de las grandes cadenas informativas y
sus periodistas afines, de ONG`s
“progresistas” dispuestas a participar de las mayores manipulaciones y
tergiversaciones históricas conocidas, y de la propia Organización de las
Naciones Unidas, cuyo rol en el conflicto balcánico no puede dejar de
mencionarse.
Esta tarde, a partir de las 17 horas, se llevará a cabo en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas el cuarto y último encuentro del Seminario “Nueva geopolítica de la liberación, integración, seguridad y defensa en América Latina”, a cargo de los docentes Modesto Emilio Guerrero y Eduardo Luis Aguirre. Abordaremos en esta oportunidad el tema "Mayor democracia es mayor seguridad". Recordamos que el seminario es abierto a alumnos de la UNLPam. Desde esta hoja, agradecemos la presencia de quienes han venido sosteniendo con su presencia esta experiencia por demás enriquecedora para todos.
Hoy se llevará a cabo, a partir de la hora 17,oo, en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la UNLPam, el tercer encuentro del Seminario “Nueva geopolítica de la liberación, integración, seguridad y defensa en América Latina”, a cargo de los docentes Modesto Emilio Guerrero y Eduardo Luis Aguirre. La actividad, destinada a estudiantes, profesionales, docentes de Carreras de Ciencias Sociales y público en general, continuará con el abordaje del tema "Liberación y Dependencia en el marco de las nuevas coordenadas geoestratégicas. Nuevos sujetos políticos destituyentes". Como se anunciara oportunamente, el Seminario es gratuito para los alumnos de nuestra Universidad.