Por Eduardo Luis Aguirre


La introducción del Tratado de Guadalupe Hidalgo, celebrado entre Estados Unidos y México refleja la retórica canalla que imponen los vencedores: “Los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, animados de un sincero deseo de poner término a las calamidades de la guerra que desgraciadamente existe entre ambas Repúblicas, y de establecer sobre bases sólidas relaciones de paz y de buena amistad, que procuren recíprocas ventajas a los ciudadanos de uno y otro país, y afiancen la concordia, armonía y mutua seguridad en que deben vivir, como buenos vecinos, los dos pueblos; han nombrado a este efecto a sus respectivos plenipotenciarios […] quienes […] han ajustado, convenido y firmado el siguiente Tratado de paz, amistad, límites y arreglo definitivo entre la República mexicana y los Estados Unidos de América.”


Ese acuerdo selló la suerte de México, que de esa manera perdió a manos de su vecino del norte los estados de California, Nuevo México, Arizona, Texas, nevada, Utah, y parte de Colorado y Wyoming. Nada más y nada menos que el 55% de su territorio originario.

Así y todo, a los mexicanos, que en un momento fueron el territorio más poblado del mundo y tuvieron en Tenochtitlán a una de las ciudades más admiradas, que causaron el asombro de los conquistadores, le queda hoy en día un territorio de1.973 millones km², donde habitan más de 136 millones de personas. En la geopolítica conservadora estadounidense, el dominio de la mayor cantidad de tierra posible fue siempre un aspecto central e innegociable, y acuñaron desde antaño dos axiomas decisivos al respecto. Uno de ellos es que los americanos siempre dominarían a los vecinos de Iberoamérica porque ellos era un gigantesco país y los otros estaban divididos en una veintena de pomposas y paupérrimas repúblicas. El segundo fue la doctrina Monroe. Los americanos concretaban en la más dura materialidad la aspiración de que el dominio sobre el resto de los pueblos que formaban parte del imperio español no iba a tolerar la injerencia de ninguna otra potencia extracontinental. Las luchas del resto de los de los pueblos americanos por obtener un mayor grado de autonomía, o bien acceder a distintos proyectos emancipatorios fueron sistemáticamente intervenidos por la cínica ayuda humanitaria estadounidense, siempre revestida de valores como la paz, la convivencia, la democracia o la seguridad. Es lo mismo que expresa el Tratado de Guadalupe Hidalgo, y no hay casualidad que pueda durar desde 1848 (fecha en que se suscribió el Tratado) hasta el presente.

Este México, ese país fascinante que conocemos, tiene una tasa altísima de pobreza y de violencia, un crecimiento imparable de la criminalidad organizada y los femicidios (la gran mayoría impone) están a la orden del día.

Gobernado durante años por el PRI, el histórico espacio político que parecía invulnerable se encontró con un cisne negro llamado Andrés Manuel López Obrador que, de la mano de su movimiento MORENA demostró una vez más que las fidelidades políticas flamean en el mundo contemporáneo y llegó a la primera magistratura en 2018. El septuagenario presidente abandonará ahora su cargo con un 60% de aprobación ciudadana, una cifra impensada en cualquier democracia del mundo. Desde ayer comenzó a saborear el triunfo de su sucesora Claudia Sheinbaum Pardo, una científica de 61 años y una consecuencia política que atraviesa su militancia juvenil universitaria y expresa en el presente una confianza que se asienta en un 60% de los votos emitidos, un porcentaje que pulveriza al de su inmediato competidor, y en un discurso que, a riesgo de ser exagerado, podría denominar impecable. O al menos esperable en esta incruenta sucesión.

Sheinbaum es la primera mujer en ser presidenta de México. Algunas de sus primeras palabras fueron éstas: “"Como lo he dicho en otras ocasiones, no llego sola, llegamos todas. Con las heroínas que nos dieron patria, nuestras ancestras, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas".

"Garantizaremos las libertades de expresión, de prensa, de reunión, de concentración y movilización. Somos demócratas y por convicción nunca haríamos un gobierno autoritario ni represor", señaló ante las críticas que recibe de sus rivales.

"Respetaremos también la diversidad política, social, cultural y religiosa. La diversidad de género y sexual. Seguiremos luchando siempre contra cualquier forma de discriminación".

Sobre política exterior, Sheinbaum expuso que dará continuidad a la política de “no intervención” y “cooperación” con otros países.

“Con EE.UU habrá una relación de amistad, respeto mutuo e igualdad, como hasta ahora ha sido. Y siempre defenderemos a las y los mexicanos que se encuentran del otro lado de la frontera".

"Con el sur y el Caribe seguiremos ampliando nuestras relaciones de amistad junto con todo el mundo".

“Nuestro gobierno será honesto, sin influyentismo, sin corrupción ni impunidad. Será un gobierno con austeridad republicana, disciplina financiera y fiscal, y de autonomía del Banco de México.

“Mantendremos la obligada división entre el poder económico y el poder político. Siempre defenderemos y trabajaremos por el interés supremo de México y de la nación. Y actuaremos apegados a las leyes y el derecho”.

"Téngalo por seguro, estaremos a la altura de nuestra historia y a la altura del generoso y gran pueblo de México" (1).

Tiene un doctorado en ingenería ambiental , es licenciada en fisica y tiene un master en Ingeniería de la energía, es una respetada intelectual, fue militante estudiantil y a la vez política. Por supuesto que ahora la nueva presidenta deberá vérselas con la larga y conflictiva frontera norte y la cercanía inquietante del gran hegemón, que en pocos meses dirimirá en elecciones generales a su nuevo presidente. El eventual advenimiento de Trump encarna la amenaza de reforzamiento de los muros y la permanente política anti inmigratoria.

Con cualquier resultado, Sheinbaum, la nueva referente institucional de MORENA, deberá vérselas con la criminalidad, el narcotráfico, la pobreza, la corrupción pública y privada, la influencia radical del vecino inevitable y la desigualdad que asfixia al pueblo mexicano.

No se trata de una mera académica, inexperta en la administración y las lógicas de la política. La presidenta electa tiene varios hitos importantes a su favor. Acompañó al actual presidente, AMLO en la formación del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), fue Secretaria de Medio Ambiente y en 2018 se impuso en las elecciones que la llevaron a ser -también en este caso- la primera mujer Jefe de Gobierno de la ciudad de México, una de las megalópolis más complejas del mundo.

Sheinbaum anunció que “no habrá de fallarles a los mexicanos”.

En su discurso de victoria, ratificó que habrá una linea que seguirá en el gobierno nacional: "hoy hemos hecho posible la continuidad y el avance de la cuarta transformación, y por primera vez en 200 años que las mujeres lleguemos a la presidencia de la República", dijo.

Al llegar al poder de la mano de López Obrador habló de la "cuarta transformación" ( resumida políticamente como la "4T") con la que definió estas prioridades.

·  Acabar con la corrupción y los privilegios

·  Disminución de la pobreza

·  Justicia social basada en las necesidades populares

·  Distribución equitativa del ingreso y la riqueza

·  Atención especial a los pueblos indígenas

·  Alcanzar el ideal de vivir en una sociedad mejor, más justa, igualitaria y fraterna

·  La recuperación del papel del Estado en la rectoría de sectores como la economía

·  Despegue de la economía mexicana (2)

Es una tarea titánica, que deberá llevar a cabo contra fuerzas oscuras, internas y externas, contra una exacerbada concentración del capital y una enorme pobreza y exclusión social, contra el poder imperial, la influencia de los medios, de la más inequitativa distribución de la riqueza, contra una clase dominante voraz y mezquina, asentada en la corrupción y en el descreimiento que obliga a miles y miles de compatriotas a abandonar el país en las condicionas más inseguras. También se encontrará con un estado desfinanciado y fuertemente endeudado y con la obligación de lidiar con el enorme carisma de su sucesor. Si el carisma fuera la capacidad de sintetizar las expectativas del conjunto y sus demandas equivalenciales, tal vez este aspecto no sea un vallado insalvable para la nueva presidenta. Pero la áspera realidad del país, su materialidad objetiva, indudablemente lo son.


(1) https://www.bbc.com/mundo/articles/cw55pd1xylgo

(2) https://cnnespanol.cnn.com/2024/02/02/que-cuarta-transformacion-mexico-que-plantea-orix/