Por Eduardo Luis Aguirre

El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha adoptado una decisión que en materia de mantenimiento de la paz marca una resolución trascendente para un organismo históricamente cuestionado por su inacción -cuando no por su complicidad- con hechos graves que ponen en riesgo la vida, la seguridad y la paz de los pueblos. Esta es una consecuencia directa de que sea Estados Unidos quien sufraga el 20% de sus gastos y de la composición francamente antidemocrática del propio Consejo de Seguridad.

La ONU se ve, por fin, interpelada. En este caso, el conflicto en la franja de Gaza y sus costos humanitarios motivaron el paso al frente del dirigente portugués, quien invocó el artículo 99 de la Carta de la Organización de Naciones Unidas ante la masacre que acontece en Medio Oriente.

La medida se incluye, por supuesto, entre sus facultades y es una de las distintas alternativas que el secretario tiene para remitir controversias y situaciones al Consejo de Seguridad, llamando su atención en aquellos casos que en su opinión pueden amenazar el mantenimiento de la paz y seguridad en el mundo. Eso dice, de manera textual, el referido artículo 99.



Por supuesto, la resolución de Guterrez sorprendió porque las críticas que el portugués venía cosechando tenían que ver con su debilidad e inacción al frente del organismo (críticas que también recibiera su antecesor Ban Ki-moon) y, como era de esperar, causó la inmediata reacción de Israel (aliado privilegiado de Estados Unidos), que a través de su ministro de Exteriores, Eli Cohen, pidió la renuncia del Secretario General a quien consideró "un peligro para la paz mundial".

El artículo 99, en realidad, no otorga poder alguno al secretario general, al margen de remitir asuntos al Consejo de Seguridad.

En este caso, invocarlo le sirve al socialista para alertar al Consejo de Seguridad de que la situación en Gaza está al borde de una catástrofe humanitaria. Algo que por supuesto el Consejo conoce de memoria y por ende sabe mejor que nadie que una matanza generalizada es un agravio a la condición humana, cualquiera sea el lugar de donde provenga la violencia.

Esto tiene como objetivo presionar a los miembros para que negocien, redacten y aprueben con urgencia una resolución que exija un alto el fuego.

O que, al menos, los permanentes no usen su derecho a veto si los otros integrantes presentan una propuesta en ese sentido. Esta es la madre del borrego y es lo que marca lo disruptivo del paso que ha decido dar el Secretario General.

“Quiere presionar al Consejo de Seguridad para que solicite un alto el fuego humanitario y se reúna esta misma semana”, sintetiza Nada Tawkif, corresponsal de la BBC en Nueva York, donde se ubica la sede de Naciones Unidas.

Pero, aunque esto ocurriera, e incluso si el Consejo aprobara una resolución urgente para exigir un alto el fuego, las partes implicadas (Israel y Hamás) podrían desoír el mandato de la institución y proseguir los ataques.

Tawkif afirma que “este movimiento drástico del jefe de la ONU es también una poderosa expresión de su frustración con el Consejo de Seguridad y un recordatorio de sus responsabilidades” (*).

Claro que, con sus antecedentes de franca inacción, el acto disruptivo de Guterres puede ser considerado un “movimiento drástico”. Los anteriores secretarios generales de la ONU, aunque parezca increíble, solo invocaron formalmente el artículo 99 de la Carta de las Naciones Unidas en tres ocasiones desde la segunda posguerra hasta ahora.





(*) https://www.bbc.com/mundo/articles/cy92z7z8kj3o

Imagen de la Universidad Nacional de Córdoba.