Por Eduardo Luis Aguirre

En medio de un mundo en guerra, con focos múltiples de conflictividad que van desde la zona Asia- Pacífico a la Franja de Gaza, la guerra en Ucrania parece desplazada a un segundo plano por parte de las agencias informativas internacionales. Una subalternización llamativa en un momento en que las industrias armamentísticas advierten que no pueden acelerar más el ritmo de la fabricación de armamento por falta de mano de obra. Un termómetro perfecto para medir la intensidad sin precedentes de la violencia mundial. Si antes repetíamos que el capitalismo reconvertía cíclicamente su economía en base a las guerras que el propio sistema desataba, todo hace indicar ahora que la producción de armas ha entrado en una crisis inversa merced al gasto descomunal en el que incurren las potencias.

Estados Unidos advierte que, en caso de no lograr el acuerdo parlamentario de los republicanos, no podrá seguir asistiendo a Ucrania. Una noticia fatal para el país europeo.

"Si el Congreso no actúa, a finales de año nos quedaremos sin recursos para entregar más armas y equipos a Ucrania y para suministrar material de los arsenales militares estadounidenses", escribió la directora de Presupuesto de la Casa Blanca, Shalanda Young, en una carta a Mike Johnson, jefe de la Cámara de Representantes.

Johnson le envió una respuesta cortante en la red social X: "El Gobierno de Biden es incapaz de abordar las legítimas preocupaciones (de los conservadores) de mi bancada sobre la falta de una estrategia clara para Ucrania, una salida al conflicto o cómo supervisar el uso del dinero de los contribuyentes estadounidenses", dice la agencia francesa de noticias.

El poderoso asesor de seguridad nacional del presidente Biden, Jake Sullivan, declaró en rueda de prensa que "el Congreso debe decidir si sigue apoyando la lucha por la libertad en Ucrania (...) o si ignora las lecciones que hemos aprendido de la historia y permite que gane (el presidente ruso Vladimir) Putin".

El apuro es más que justificado. Kiev acaba de reconocer el fracaso de su “contraofensiva” veraniega, y asume que la demora de llegada de la ayuda de Estados Unidos crearía un "gran riesgo" de que Ucrania pierda la guerra con Rusia. Andriy Yermak también dijo a un grupo de expertos en el Instituto de Paz de Estados Unidos que: "Será difícil mantenerse y los polacos a través de su agencia de seguridad presionan con la conjetura de que es posible que Rusia ataque a un país de la OTAN una vez que derrote a las fuerzas ucraniana en poco tiempo. Pero tampoco es menos cierto que la ayuda económica para responder en la emergencia alcanza la sideral suma de 100.000 millones de dólares, lo que incluye no solamente al gobierno de Zelensky sino también el socorro militar a Israel y el fortalecimiento preventivo contra China.

Lo cierto es que todo hace indicar que Ucrania está exhausta. Hace un año, 14 millones de ucranianos se habían visto obligados a abandonar sus hogares y la tragedia humanitaria aumenta junto con el desmembrmiento del regimen. El alcalde de Kiev, Vladímir Klichkó acusó recientemente al presidente de su país de haber mentido sobre el curso de la guerra y crecen las especulaciones de que Rusia intentará ocupar la totalidad de Donetsk durante el próximo invierno europeo y algunos medios dan por hecho que se aproxima una rendición ucraniana disfrazada de acuerdo de paz.

El propio presidente Putin se ha mostrado abierto a una salida negociada en tanto y en cuanto se respeten los objetivos originales rusos al iniciar su “operación especial contra Ucrania. Vale decir, que se estaría frente a una definición que concierne también, y fundamentalmente, a Europa.

Lo cierto es que las conjeturas se desvanecerán cuando se dilucide si Estados Unidos puede garantizar la financiación de los ucranianos al menos hasta las presidenciales de 2024.

Los tiempos se aceleran y la guerra entre rusia y la OTAN parece entrar en un contexto de  dramáticas definiciones humanitarias y geopolíticas.