Por Eduardo Luis Aguirre

 

Más allá de la guerra de Ucrania, algo muy importante se está gestando aceleradamente en el espacio vital de la región Asia Pacífico.



El objetivo de los EEUU en un área de semejante sensibilidad es potenciar la presión sobre China ante la aceleración de las contradicciones de ambos gigantes. Un proceso sostenido de colaboración armamentístico con sus aliados asiáticos y la presencia de la Séptima Flota en aguas cercanas son datos objetivos que grafican esta realidad. Esa flota, vale aclararlo, es la más grande de las desplegadas por Estados Unidos en todo el mundo. Tiene sede en Yakosura, Japón, y por primera vez 3 portaaviones con ciento ochenta cazabombarderos (el Nimtz, el Roosevelt y el Reagan) generan máxima preocupación máxima, porque su presencia es acompañada frecuentemente por otras provocaciones inequívocas. Cabe recordar en ese sentido la visita polémica, peligrosa y preocupante de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi a Taiwan.

Es obvio, en ese contexto, que China se encuentra en una relación de fuerzas militares claramente desfavorables.


Japón es un país jaqueado por la proximidad de vecinos que tensionan sus relaciones internacionales (China, Rusia, Vietnam, las dos Coreas y el asentamiento de bases estadounidenses en su propio territorio) que profundizan las rispideces y disputas en el archipiélago. El crecimiento sostenido de las denominadas” fuerzas defensivas” que le fueron autorizadas a Tokio años después de la segunda guerra mundial es otra evidencia incontrastable de esas tensiones crecientes. Japón posee actualmente el cuarto ejército del mundo (Imagen). Un país de más de 130 millones de habitantes, tercera potencia económica del mundo y un “milagro japonés” que parece languidecer mientras el último presupuesto militar alcanza niveles nunca vistos.

Europa es, muy a su pesar, un aliado más débil que Japón para EEUU. Un feo panorama para el viejo mundo que ha elegido un peligroso seguidismo a la política demencial de los estadounidenses en Ucrania.

El gasto militar japonés se multiplica por dos y el rearme es una realidad incontrastable del archipiélago que modifica radicalmente los permisos de posguerra y el acuerdo de 1976. Estados Unidos, que posee multiplicidad de bases militares y soldados en suelo nipón, el gobierno del archipiélago y Gran Bretaña establecen una estrategia militar común contra China. Así, quedó demostrada también la nueva delimitación unilateral impuesta por las potencias hegemónicas. A la OTAN se añade el impresionante arsenal japonés.

Si las especulaciones más pesimistas de algunos analistas tuvieran asidero y la ralentización de la economía china hiciera que –al menos en los próximos 40 años- no pudiera desbancar de ese lugar de privilegio a los Estados Unidos, a pesar de su deuda, su inflación, la quiebra de sus bancos y el debilitamiento de su economía real en detrimento de la financiera y armamentística, el panorama sería más preocupante todavía para el mundo. Aunque, desde otra perspectiva, podríamos conjeturar que por algo China está comprando oro y se está deshaciendo de la deuda estadounidense.

En la actualidad China es el segundo mayor socio comercial de Argentina y uno de los principales destinos de las exportaciones argentinas. Durante el 2021, las exportaciones totales de la Argentina a China fueron de U$S 6.164 millones valor FOB. En enero de 2022, las exportaciones tuvieron un crecimiento del 19% respecto a enero de 2021 (www.youtube.com/watch?v=R3vFYo3fZpQ) y se trata en este caso de economía complementarias. El Embajador de la República Popular China en Argentina, Zou Xiaoli aseguró: “Hoy, las relaciones entre China y Argentina se encuentran en un punto de partida nuevo y más alto. Profundizar la asociación estratégica integral entre China y Argentina es la aspiración de los pueblos”. Además hizo mención a que “China está dispuesta a trabajar con Argentina para avanzar en la construcción del Foro China-CELAC y construir conjuntamente la comunidad de destino común entre China y América Latina.” Ahora bien: qué puede proveer China además de obras e infraestructura vital? Tecnología. Nada más y nada menos. Y además datos esenciales de cultura política como el apego a la planificación. Los chinos ya ejecutaron el Plan Antorcha de 1988, diseñado para conseguir la industrialización en alta tecnología y el Plan de Mediano y Largo Plazo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (2006-2020) presentado en 2005. La Argentina tiene un rico historial de planes estratégicos durante los gobiernos nacionales y populares. Lo virtuoso sería lograr acoplar esas lógicas desprovistas de voluntarismo e improvisaciones.

"Una relación bilateral más madura invita a evitar incurrir en miradas maniqueas como la desconfianza o la ilusión de que de China provendrá una salvación para el país. Nuestros académicos y dirigentes pueden evaluar las potencialidades y problemas que presenta la agenda de relacionamiento bilateral con la RPCh, analizando además los límites de nuestros modelos de desarrollo para proponer nuevas estrategias y construir una política exterior soberana que revalorice las plataformas de integración regional y no quede atrapada en la disputa entre dos poderes de dimensiones globales. Todo esto en consonancia con un proyecto nacional que no repita esquemas de dependencia y tenga en cuenta los impactos sociales y ambientales que podrían acarrear decisiones cortoplacistas que sólo se enfocaran en las ventajas comerciales, de infraestructura o de financiamiento que ofrece la vinculación con China.Por este motivo, para lograr un mayor conocimiento acerca de esta relación, es sumamente valioso seguir generando instancias de cooperación académica y política que permitan avanzar en la búsqueda de respuestas a los grandes desafíos y oportunidades que le plantea a nuestra región y a nuestro país este “nuevo mundo”, incierto y en plena reconfiguración" (*).



Para los países de nuestra América, y para la Argentina en particular, se cataliza la necesidad de generar políticas públicas continuas, coherentes y unitarias en materia de política internacional. El tablero global, como vimos, no admite especulaciones ni improvisaciones. Qué hacer es la pregunta a la que hay que dar pronta e imprescindible respuesta de cara a semejante conflictividad y complejidad. Y en esa conflictividad incluimos a Europa y su debacle. Es necesario desarrollar una mirada nacional, pero que tome en cuenta la relación de fuerzas globales. Esa mirada periférica debe contemplar el comercio y las obras estratégicas en las que intervienen los chinos en suelo argentino. La puesta en entredicho de la multipolaridad (al menos como la imaginábamos en la primera década del tercer milenio) y los impresionantes yacimientos de recursos estratégicos que podrían transformar radicalmente la realidad de nuestro país, en la medida que el estado no se ausente de los procesos de extracción, producción, comercialización y control de esos recursos.





(*) China, América Latina y Argentina. Desafíos y oportunidades de una relación estratégica en un nuevo contexto regional http://revistas.unla.edu.ar/perspectivas/article/view/3648/1777, Resumen de Silvia Moirano