Por Eduardo Luis Aguirre

 

 





Varios medios de comunicación consignaron hace pocos días una noticia inquietante. El Reino Unido se dispondría a recibir en Malvinas a soldados kosovares para realizar “ejercicios de entrenamiento” y otras actividades que hasta ahora, al parecer, se desconocen. Kosovo declaró en 2008 su independencia de Serbia, algo que es rechazado por Belgrado y la mayoría de los países que integran la denominada “comunidad internacional”. Entre ellos, Argentina.

Solamente un centenar de estados nacionales han aceptado la independencia de un país que producto de masivos procesos migratorios está habitado por una población compuesta por un 90% de albanokosovares y solamente un 10% de serbios. Un reflejo inequívoco del resultado de la guerra de los Balcanes. En Kosovo están enclavados los monasterios y templos ortodoxos más simbólicos de Serbia y, por supuesto, la mayoría de las personas que habitan esa provincia son musulmanes.

La inviabilidad de la fragmentación de la antigua República Socialista de Yugoslavia a manos de la OTAN y las pulsiones separatistas internas, transformaron aquella próspera federación (la cuarta en términos de desarrollo humano en Europa antes del conflicto) en un maremágnum de violencia, muerte, desolación, crímenes masivos e independencias ficticias que subsisten en base a tráfico de armas, drogas prohibidas, personas y órganos.

Durante la guerra, los combatientes kosovares conformaron la UCK, o "Ejército de Liberación de Kosovo", un grupo paramilitar pertrechado por occidente que estuvo a la altura de la brutalidad de una guerra que consolidó definitivamente un sistema de control global punitivo custodiado por la mayor alianza militar de la historia. En Yugoslavia, la OTAN dejó de ser una alianza defensiva concebida para la guerra fría y se convirtió en una entente de un poderío que hoy día podemos apreciar en el conflicto de Ucrania.

Ese ejército kosovar estaba comandado por Hashim Thaçi, quien fuera presidente de Kosovo hasta que el 4 de abril de 2021 lo sucediera en el cargo Vjosa Osmani. Durante y después de la guerra, Kosovo se convirtió en un feudo de occidente, lo cual es paradójico en un estado islámico. Lo cierto es que en su territorio EEUU ha enclavado el campo militar de Bondsteel, una base costosísima que alberga 4000 soldados en un territorio donde los antagonismos de hace 25 años no han cesado. Quien mire con política curiosidad el oscuro campeonato mundial de fútbol de Qatar podrá comprobarlo. Los hinchas croatas que le recordaban Knin al arquero canadiense no actuaban porque sí. El jugador y su familia eran serbios que debieron refugiarse en Canadá durante la guerra. En Knin tuvo lugar uno de los crímenes masivos más graves protagonizados por croatas contra serbios y otras minorías. “Vas a correr como en Knin” fue una evocación amenazante que pinta en blanco y negro la vigencia no saldada de esas diferencias políticas. La hostilidad entre los jugadores serbios y de origen bosnios que juegan para Suiza fue otra postal disimulada por el gigantesco negocio del fútbol.

Volvamos a la probabilidad de que militares kosovares se instalen en un territorio como Malvinas. Con todo lo antes señalado, la gravedad de esa hipótesis parece clara. Pero deberíamos añadir que durante la guerra Argentina colaboró proporcionando armas a Croacias y que alrededor de 400 militares fueron a pelear en favor de un país de acendrada fe católica. Su desempeño en el campo de batalla, desconocido para muchos, fue tan reconocido que muchos de ellos fueron ungidos con cargos militares oficiales en las fuerzas armadas croatas. Es más, otros se quedaron definitivamente a vivir en ese país. Podríamos preguntarnos cómo reaccionarían los sectores militares nacionalistas y ultracatólicos argentinos frente a la presencia de soldados musulmanes en territorio legítimamente nacional. Pero también cuál sería el verdadero motivo que los señores feudales imperiales tienen para desembarcar efectivos de un estado vasallo, con un débil status en materia jurídica y política, en un territorio geopolíticamente clave a nivel mundial. La agencia turca Anadolu Agency fue la que publicó la primicia y proporcionó algunos datos interesantes, de los que se desprende que tanto la misión de paz como el presunto entrenamiento de los kosovares no cierra por ningún lado. Entre otras cosas porque los efectivos son siete. Si, siete. “Diputados y la Asamblea de Kosovo han aprobado que un contingente de la Fuerza de Seguridad de Kosovo (FSK) sea enviado a una misión a las Islas Malvinas, parte del Reino Unido” (sic), informaron. Y agregó se acordó que sean siete miembros del FSK los enviados a esta misión. Según se informó, Kosovo y el Reino Unido firmaron un acuerdo en septiembre de 2022 para coordinar sus fuerzas en este tipo de tareas. Son acuerdos similiares a los de Kosovo con Estados Unidos y por los que envió otro grupo de soldados albanokosovares a una misión en Kuwait. Para el caso, hay bastante interacción con las fuerzas de la OTAN, lo que recela Serbia.
El periodista Xhemajl Rexha, influyente en redes sociales, tuiteó: “#Kosovo envía un contingente de 7 soldados en una “misión de apoyo a la paz” a las Islas Falkand, como parte de un acuerdo de cooperación con el @BritishArmy . El año pasado, las Fuerzas de Seguridad de Kosovo también sirvieron en Kuwait, junto con el Ejército de EE. UU.”. El conflicto balcánico vuelve a replicar en nuestra región. Como ocurrió con la activa estadía de Ante Pavelic y militares ustachas en la Argentina o las revueltas golpistas perpetradas por croatas en Santa Cruz de la Sierra durante el gobierno de Evo Morales.

 

Imagen: https://www.dw.com/es/parlamento-de-kosovo-aprueba-la-creaci%C3%B3n-de-un-ej%C3%A9rcito/a-46739421