Por Marcelo Barros *

Lacan dice algo remarcable en su seminario XVI, al señalar la falta de seriedad del poder político en la modernidad.

En la Antigüedad los errores, las traiciones, la corrupción y la derrota se pagaban con el cuerpo. La actualidad, sostenía Lacan a fines de la década de 1960, permita a un funcionario cometer desastres -por negligencia o por falta de ética- y a lo sumo se le pide la renuncia. El colmo es, siempre según el criterio de Lacan, que al poco tiempo vuelva a aparecer en la escena política. Hay que ser muy ingenuo para no saber que el juego del poder admite el enriquecimiento ilícito, cuando no el crimen de sangre. Esas atrocidades no dejan de tener su lógica. Pero hay acciones que se nos presentan como francamente insensatas, y casi suicidas, incluso desde la mezquina mira del interés electoral. Esta es una época en la que de una punta a la otra del espectro político se observan posiciones de una irracionalidad pasmosa. Se dirá que no es un crimen exhibirse en un lujoso yate con una señorita glamorosa y neumática disfrutando vacaciones de adoración. ¿Ha de sorprender que para muchos eso constituya una obscenidad? ¿Y en tiempo electoral? Pedir a estos señores que renuncien a sus placeres vulgares y previsibles es demasiado, pero muchos ciudadanos hubiesen esperado, al menos, un poco de recato. Es evidente que no deben conocer siquiera el significado de eso. ¿No nos pueden ahorrar la pornografía? Lo cierto es que lo hecho, sea por irracionalidad narcisista o por lucrativa traición, no le ha de costar mucho al susodicho. Ni a los que son como él tampoco. Por eso, antes de conjeturar por la salud mental de uno de los candidatos no vendría mal considerar el carácter epidémico de la locura. Sólo espero que en el debate de hoy alguno de los participantes tropiece con una idea. Como va la cosa, muestran una gran capacidad para eludirlas. Pedir un gesto de ética es algo a lo que muchos renunciamos hace tiempo. Eso sí, el show prosigue. Es en lo único que no defraudan.

* Publicación original extraída del muro de facebook de Marcelo Barros.