Por Lidia Ferrari (*)

 

 


Se hace necesario indagar el efecto que tiene la actividad trol en las redes por sobre los afectos y las posiciones subjetivas, políticas e ideológicas en su imposición de un tipo de socialidad. Se puede observar en los comentarios de post de personajes influyentes cómo se infiltran mensajes trol cuya acción provocatoria socava el intercambio. Las intervenciones trol son muy efectivas porque van al corazón de las personas que siguen a determinados líderes para conformar sus ideas. El hecho de que cada persona líder sea ‘infectado’ de comentarios infamantes e injuriantes tiene consecuencias sobre sus seguidores o simpatizantes. Cuando navegamos en el barco de las dudas e incertidumbre, basta poco para que las insistentes humillaciones horaden el prestigio de alguien y logren capturar a quienes, ingenuamente o no, han caído en ellas.

Desde el psicoanálisis podría pensarse a partir del mecanismo de la idealización. El Ideal lleva adherida la contracara de lo degradado. La idealización forma su objeto como ideal. Esta verdad no es de perogrullo pues el problema es que cualquier juicio que desmerezca o rebaje ese objeto, puede llegar a fisurar la idealización. Una vez que se llega a tocar con la duda y la desconfianza, es muy fácil hacerlo caer. Son épocas en las cuales parece difícil mantener algún tipo de lealtad a la posición de quien ocupa un lugar de liderazgo o prestigio. Son épocas en las que hasta el Papa es tratado de la forma más abyecta, sin respetar su investidura. Si hay algo que parece haber sido carcomido y perforado es la idea de lo sagrado y la del respeto por una investidura (no se trata de la infalibilidad de una posición simbólica sino de que no le esté destinado el descuartizamiento continuo). La aparente horizontalización de las opiniones en las redes sociales posibilita que el insulto, el ultraje, la calumnia se apoderen del intercambio. El efecto es devastante, porque no funcionan los límites del respeto, la cortesía o el pudor. Se suele depreciar las consecuencias de este tipo de intercambio porque se piensa que los killer que se escudan detrás de las pantallas son inofensivos. Esa cobardía no aminora el impacto destructivo que tiene para las relaciones sociales y la circulación de ideas que, en nuestros tiempos, se realiza mayoritariamente a través de las redes a-sociales. En Italia es posible observar en algunos adherentes del M5S, por ejemplo, que repiten discursos de desencanto y desilusión tomados del trolaje colosal que realiza la derecha en las redes. Así la trama denigratoria y aniquilante de la derecha termina siendo asumida por sus adversarios. Esto también se ha podido ver en Argentina. Frente a este tipo de infección pareciera no haber vacunas ni remedio de algún tipo. Si no se puede o se hace difícil sostener un ideal es probable que resulten dañados los afectos que, de alguna manera, precisan del ideal o los ideales como pueden ser el amor, la lealtad, la admiración, la ilusión, la gratitud, el entusiasmo, el respeto y hasta la amistad. Podemos suponer también que si estos afectos se sostienen mal aparecen los resentimientos, la hostilidad, el odio, y eso que se lee todo el tiempo en las redes: el desencanto, la amargura, el cinismo y la indiferencia. No son buenos tiempos para el intercambio y la socialidad, interceptados como estamos por discursos de odio, denigración y hostilidad para el prójimo que, muy frecuentemente, parecen estar destinados a cumplir con propósitos ideológicos y políticos, camuflados.

(*) Psicoanalista y escritora.