El embajador de Estados Unidos en Libia, dos guardias de seguridad y un funcionario del consulado norteamericano fueron asesinados en un ataque perpetrado por hombres armados contra la sede consular norteamericana en Bengasi, supuestamente en protesta contra el contenido de una película que resultaba ofensiva contra la religión islámica. Un ataque similar se registró contra la sede de la embajada norteamericana en Egipto, sin que en este caso se registraran consecuencias mayores. Ambos embates, paradójicamente, se dan en países en los que se depusiera recientemente a sus líderes Muammar al Gadafi y Hosni Mubarak, y en los que Estados Unidos y sus aliados tuvieran un papel preponderante y activo para salvar, como de ordinario ocurre, a estos pueblos de sus dictadores. Tan compleja parece la situación, que en el colmo de la hipocresía la Secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton, la misma que festejó la muerte de Bin Laden, se preguntó: "¿Cómo puede pasar esto en una ciudad a la que ayudamos a liberar?". Por supuesto, sin profundizar en las posibles respuestas de la incógnita planteada, amenazó con una serie de represalias contra los autores del asesinato de Bengasi. Paradójicamente, buena parte de la explicación a semejante interrogante la proporcionó el viceprimer ministro de Libia, Mustafa Abushagur, quien en un rapto de sincericidio colonial admitió por una red social, que el atentado implicaba una ofensa "contra Estados Unidos, Libia y los pueblos libres en todo el mundo". Las lógicas imperiales de conquista no resisten análisis, y suponen, en la práctica, un regreso al positivismo sociológico del siglo XIX, de resultas del cual las intervenciones estadounidenses se hacen con el objeto de que ciertos pueblos primitivos, que se afilian a formas de convivencia diferentes a las democracias occidentales, puedan "avanzar" hacia el edén de la institucionalidad representativa burguesa. Casi toda la retórica occidental está condicionada por prejuicios y estereotipos groseramente caprichosos al momento de describir la complejidad de estos países: "Los egipcios son anárquicos. Y ruidosos. También los libios, con los que comparten la misma fuerte tendencia a comunicarse a los gritos aunque la persona con la que hablan esté al lado o con el teléfono en el oído". "Una de las situaciones más peligrosas en Oriente Medio y África no es la violencia de las guerras....; hay un riesgo superior soterrado y sordo: cruzar una avenida en El Cairo". Quien escribe esto no es un cronista suizo, sino un periodista argentino, editor de política Internacional del Diario Clarín, uno de los principales medios monopólicos siempre dispuestos a editorializar contra el atraso de las experiencias populistas de América Latina y el mundo en general [1]. Mientras se desatan protestas airadas en Yemen e Irán contra el contenido antiislámico de dicho filme,algunos expertos creen que la cuestión es mucho más compleja, y articula la complejidad de las sociedades musulmanas con los estrechos y sinuosos desfiladeros por los que ha elegido transitar la diplomacia estadounidense. Incluso, la propia administración de Obama ha decidido investigar si el ataque podría estar relacionado con un nuevo aniversario del 11-S. La analista Concheta Dallavernia concluyó que "El video es la excusa que pone EE.UU., pero la evidencia es otra y los hechos así lo confirman. El pasado día nueve, se filtró a través de los foros de inteligencia islámica de Al Qaeda que iba a haber una serie de ataques hacia las embajadas de EE.UU., y además concretamente se dijo que se iba a comenzar el once de septiembre, y de hecho fue así, en Libia". "Según Dellavernia, EE.UU. y la OTAN implantaron en Libia el islamismo radical porque a pesar de que son amigos del presidente del Consejo Nacional actual de Libia, que al parecer controla al país, es claro que la ideología de los rebeldes se nutre del extremismo takfir, que es el que está patrocinando esta 'primavera árabe', la cual es una contrarrevolución, que en realidad lo que está eliminando es la incipiente democracia que puede haber a través de partidos laicos y de avances democráticos en países árabes y que EE.UU. ha destruido de un plumazo". “Esta es la realidad, que EE.UU. ha financiado a los que ahora los van a ir atacando paso por paso como en Egipto. La película es el pretexto, es la ideología la que no quiere a EE.UU. no a Occidente, ellos lo han patrocinado, pues que ahora acarreen las consecuencias. Es el peligro de estas amistades”. "La analista cree además que después del ataque contra el consulado estadounidense en Bengasi, Washington seguirá apoyando a los extremistas wahabíes porque es la única salida que queda, debido a que ha decidido hacer una alianza con este grupo a través de las casas reales del Golfo Pérsico"[2]. Es que, finalmente, más allá de la supremacía militar, los costos que insume un control global punitivo no serán nunca menores. Sobre todo si la forma de resolver la conflictividad siguen siendo la violencia, la rapiña, los crímenes masivos, la denigración de los sistemas de creencias diferentes y el unidimensionalismo cultural imperialista.


[1] Cantelmi, Marcelo: "Una primavera en el desierto", Ed. Debate, Buenos Aires, 2012, p. 127 y 129)
[2] http://actualidad.rt.com/actualidad/view/53548-experta-eeuu-seguira-apoyando-atacaron-consulado?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter