Por Eduardo Luis Aguirre

Ayer a la mañana me entrevistó Radio Nacional de Córdoba, para conocer mi opinión sobre la situación judicial de Donald Trump. Una vez respondido el interrogante inicial de la consulta, intenté articular cinco aspectos que orbitan en el mismo momento en que se formaliza la acusación al ex presidente estadounidense. AUDIO DISPONIBLE.

El conflicto entre la OTAN y Rusia, los lazos subterráneos entre los Biden y Zelenski, lo que comienza a catalizarse en el Asia Pacífico, la política exterior del trumpismo y el rol de Europa Occidental en el conflicto. En medio de ese desarrollo arriesgué que quizás la guerra estuviera dejando de ser híbrida para transformarse en directa. Ese cambio de ecuación rompería todas las ecuaciones con las que hasta hora medimos el enfrentamiento. Pues bien, hoy me desayuno con la noticia de que el primer ministro polaco ha decidido proporcionar aviones de combate a Ucrania. De aquí en más, con la resolución del gobierno ultraderechista de Varsovia, el tablero de la región se ha conmovido drásticamente y Polonia quizás se salga con la suya: embarcar a occidente en una guerra total contra los rusos cuyas consecuencias desconocemos. La jugada del gobierno de Duda no es inocente. Polonia será de aquí en más un actor central en la contienda y acepataré de buen grado que su territorio se vea poblado de aeropuertos, tropias, carros (el país anunció que se propone construir talleres para reparar los famosos tanques Leopard) y demás pertrechos y armamentos. Una reacción -esperable- de Moscú la llevaría a estar en condiciones de invocar el artículo 5 del Tratado de Asistencia Mutua de la OTAN. Esa hipótesis, nunca tan probable como ahora, le daría la excusa perfecta de confrontar directamente con el Kremlin. Si la promesa polaca se concreta, a falta de más de un año de gobierno demócrata en EEUU y con una Europa devaluada en su soberanía, el desenlace posible de la situación podría empeorar dramáticamente. Alimentar las ultraderechas, sobre todo en un país donde rigen prohibiciones de todo tipo y hasta se prohibe a los turistas acercarse a los pequeños grupos que ensayan distintas protestas sociales, puede transformarse definitivamente en un riesgo humanitario para ese eufemismo que denominamos "comunidad internacional".