Por Eduardo Luis Aguirre

 

 

Gianni Vattimo, creador del concepto filosófico de ‘pensamiento débil’ y referente intelectual indiscutido de la denominada “posmodernidad”, nació en Turín en 1936 y su infancia transcurrió en un contexto epocal atravesado por la guerra, los campos de concentración, las bombas atómicas, el comunismo y los nacionalismos. Estudió filosofía en la universidad turinesa y desde sus primeros años de formación académica entendió que había una imbricación inseparable entre la religión y la política.

Ese fue su eje conceptual de investigación, del que no se apartó nunca. Conocedor de la extrañeza que en ese tiempo causaba a muchos colegas su singular perspectiva epistémica, se asumió irónicamente como un “catocomunista” (por su reconocida filiación católica temprana y sus actuales ideas de izquierda) y advertía que la única motivación racional que explicaba su adscripción al comunismo eran los valores cristianos de alteridad y amor al prójimo. Siempre cuestionó los dogmas y la metafísica. Quizás por eso es que se define como un católico anárquico y un comunista anárquico.  Fue eurodiputado por el partido comunista. Desde su postura no complaciente con ningún orden cuestiona tanto la existencia de lo que a priori se considera "natural", porque cree que detrás de esas certezas ideológicas siempre hay un intento de reasegurar un estado de cosas, como el capitalismo, sin ir más lejos, como la del comunismo. Se reivindica como un traductor, un intérprete capaz de poner en tela de juicio lo que se pretende indiscutible. Su propia concepción del comunismo es una suerte de oxímoron de “creatividad clásica”. “Quienes se preocupan por la verdad objetiva son, a menudo, los que quieren que se imponga un dogma a todos. La objetividad absoluta, los datos fácticos comprobados por la ciencia, suelen estar vinculados al poder dominante”.
Señala que "la verdad se construye en el diálogo social y en la comprensión mutua de las personas y no en los dogmas, sean del tipo que sean"
En la búsqueda temprana de una crítica de la modernidad ilustrada se produjo su encuentro con el pensamiento de Nietzsche y Heidegger.
“Necesitaba una filosofía que no fuera tomista, metafísica, una salida al racionalismo moderno. De ahí nació mi interés por Nietzsche, y después vino todo lo demás.

 Nietzsche fue mi camino para liberarme del historicismo de estilo hegeliano que negaba la libertad individual, convencido de que había una ley de la historia ante la que no era posible rebelarse”.

Advierte que en occidente estamos asistiendo a un refortalecimiento del pensamiento fuerte, fundamentalista, radical y ortodoxo, que no admite el diálogo. "Aquellos que temen al pensamiento débil son las clases dominantes porque para ellos la historia es buena tal cual es porque tienen el poder". “Y es algo con lo que hay que tener mucho cuidado. Entre otras cosas, el pensamiento débil me ha aparecido siempre, y cada vez más, el pensamiento de los débiles. Por contra, aquellos que están escandalizados y temen al pensamiento débil son las clases dominantes, aquellos para los cuales (y aquí estoy pensando en Walter Benjamin) la historia es buena como es, lo que ocurre precisamente porque tienen el poder y siempre pueden legitimarse mostrando "las cosas como son". Los excluidos del poder no tienen el fetiche de los "hechos puros", ni siquiera cuando apelan a los derechos naturales para rebelarse”.

Vattimo, el creador del concepto del pensamiento débil, planteaba hasta hace algunos años que la renovación del mundo sólo podía provenir de Latinoamérica. No sabemos si esa premonición sigue vigente. Sabemos que hay pensadores europeos que han manifestado su optimismo respecto del nuevo mapa político de Nuestra América, en coincidencia con el pensador italiano. Sin embargo, las elecciones que han consagrado gobiernos alternativos a sus precedentes neoliberales no solamente atraviesan crisis y estrecheces de distintas características sino que la dinámica política actual acelera como nunca antes el esmerilamiento de los débiles consensos de sus representantes. Los ejemplos de Chile, Argentina, Perú y Colombia parecen graficar muy claramente estos procesos. Una corroboración con epicentro en nuestro margen, paradójicamente, de que efectivamente la experiencia de la realidad es una experiencia de interpretación, como especula Vattimo, y por ende renuente a las certezas de la modernidad. Una revalorización de la hermenéutica como una manera de aferrarse a una historia de reducción de los absolutos.

 

Fuentes: https://www.elespanol.com/el-cultural/20191125/gianni-vattimo-renovacion-mundo-puede-venir-latinoamerica/447206867_0.htm

https://elpais.com/diario/1989/06/14/cultura/613778404_850215.html