Cuando hablamos de los Panamá Papers y su verdadera significación y dimensión, tropezamos con una gigantesca maquinaria propagandística hegemónica local que pretende reducir este tipo de conductas a meras infracciones administrativas, cuando no a una expresión intrínseca a la libertad de empresa. Este comportamiento insólito solamente se comprende porque el presidente de la Nación y parte de su grupo más cercano aparecerían seriamente implicados en este escándalo internacional sin precedentes, que en condiciones menos desiguales de la lucha por la cultura y el sentido común, habrían tenido un desenlace diametralmente distinto. Estos efectivos y denodados esfuerzos por minimizar pòsibles delitos de cuello blanco, son, en realidad, algunas de las denominadas "técnicas de neutralización" que Edwin Sutherland explicaba en sus estudios sobre los ilegalismos de los poderosos, que han merecido suficientes abordajes en esta misma hoja. En síntesis, y como ya lo expresáramos en esas oportunidades, se trataría de delitos cometidos por personas que gozan de un alto status social y que se cometen en el ejercicio de sus respectivas funciones. Ese tipo de perpetradores, a diferencia de los que el mismo Sutherland caracteriza como "ladrones profesionales", nunca se asume como delincuente y cuenta, para eso, con dos herramientas legitimantes por demás efectivas. Una de ellas es un sistema de percepciones hegemónico y organizador de las sociedades capitalistas, que asimila la "inseguridad" únicamente a los delitos de calle o de subsistencia, y que a lo sumo desaprueba los denominados delitos contra la administración pública, a los que asimila como "la corrupción", escamoteando la categoría de "estado ampliado" que indudablemente integran estas corporaciones de poderosos, como enseña Gramsci. Otras son, como ya enunciamos, las técnicas de neutralización que desarrollan todos los delincuentes, y que en el caso de los delitos de cuello blanco, generalmente tienen que ver con intentos más o menos consistentes de menospreciar o controvertir las acusaciones, exhibirlas como un ejercicio de la libertad individual o justificarlas por medio de la necesidad de sobreponerse a un exagerado intervencionismo estatal que "ahoga" a la "libre empresa", entre otros pretextos. Abstracción hecha de estas especulaciones criminológicas aclaratorias, conviene tener en cuenta cómo se visualizan este tipo de prácticas desde los países "serios" a los que tanto hemos querido parecernos. Compartimos con nuestros lectores una edición del programa "Fort Apache" de la cadena Hispavisión, que conduce el referente de "Podemos", Pablo Iglesias.