El día después
Por Eduardo Luis Aguirre
Elijo siempre escribir el día después. Es un viejo estilo que permite ahorrar adjetivos y elegir las invocaciones. Ni siquiera sé si el ritual se compadece realmente con la materialidad de los desastres, pero sí que me permite constatar que lo ocurrido no entraña sorpresa, aunque eso no aplaque los dolores más profundos. Tal vez el acontecimiento no sea más que un episodio desgraciado que actualiza un clima de época meteórico y atroz.

Por Eduardo Luis Aguirre

 

 

 

No han sido pocos los filósofos que han intentado con diversos argumentos vincular el fantasma de la soledad con la angustia y la amargura. Por supuesto, que con esa finalidad hayan elegido para ejemplificar su tesis a Friedrich Nietzsche no puede sorprendernos. La existencia tortuosa del Loco de Turín, del genio de Röcken, el pensador alemán nacionalizado suizo hijo de pastores protestantes viene como anillo al dedo. Es cierto que los últimos y dramáticos tiempos del creador del Anticristo en Basilea transcurrieron en un contexto de indiscutible incomunicación. Pero sus años de producción intelectual más brillante no estuvieron signados por una pasión triste asimilable a la soledad. Por el contrario, Nietzche reconocía por entonces a la soledad nada menos que como “una exigencia del filósofo” (1).

Por Jorge Alemán (*)

 

 



La tesis es defendida por muchos teóricos de las nuevas derechas prorusas o prochinas y por ciertas izquierdas que por distintas razones no pueden aceptar el giro autoritario hacia el Capitalismo de China y Rusia. Hacen una lectura en términos de decadencia, esa que está encarnada por LGTBI +,los homosexuales, las feministas y todas las movilizaciones en la calle que según la oficialidad china pretenden imitar a las de Hong Kong .

Por Eduardo Luis Aguirre

 



La singular fragilidad de las democracias latinoamericanas admite una mirada continental, conjunta, holística, pero también es permeable a una apreciación distintiva de la situación de cada país y de cada región, de cada ciudad, de cada comunidad y de cada pueblo. Hasta allí, nada nuevo, o nada que pueda sorprendernos. Esas especificidades se vuelven verdaderos hallazgos imperativos cuando observamos que en la era de las "sociedades de riesgo", en Nuestra América esos riesgos asumen connotaciones estructurales. El caso de la violencia en México es emblemático para ejemplificar ese ejercicio transitivo.

Por Eduardo Luis Aguirre

 

 

 

Los multitudinarios sucesos callejeros del denominado Mayo francés y el revulsivo de la Primavera de Praga fueron dos de los hechos que fortalecieron entre los jóvenes de los países dependientes la idea de que la revolución había comenzado en el mundo y estaba a la vuelta de la esquina. La conjunción de obreros y estudiantes en ambos países, más otros sucesos tales como la independencia de Argelia y el triunfo del pueblo vietnamita contra la primera potencia militar sugerían una suerte de determinismo teleológico en virtud del cual los cambios revolucionarios deberían suscitarse de manera inexorable y cercana en el tiempo.

Por Lidia Ferrari (*)

 

 



La experiencia de estos últimos días en Italia refuerza la idea comentada que Draghi, ex presidente de la Banca Europea y financista de Goldman Sachs, no tiene dotes políticas sino de mando. Draghi fue Premier luego de un golpe de palacio que hizo destituir a Giuseppe Conte, capo del M5S. Su gobierno de 17 meses mostró que se trata de una restauración de derechas. Draghi, como súbdito de Biden, continúa el proyecto estadounidense de humillar a Europa.

Por Ignacio Castro Rey (*)

 

 

 

Lo contrario de la vida no es la muerte, sino el miedo. De ahí la expresión popular: «Paralizado de miedo». Si se consigue salir de ese estado larvario puede ser muy triste vivir en Occidente. Te hacen creer que eres libre, que puedes pensar y vivir como quieras. Cuando te das cuenta estás siendo señalado -o silenciado- por el simple hecho de que, en cuestiones que atañen a nuestra coherencia tribal, te atreves a pensar de modo distinto a las mayorías y minorías reconocidas.

Por Eduardo Luis Aguirre

 




Uno de los significantes que más incógnitas depara en nuestra época es, paradójicamente, la categoría de izquierda política. La derrota que las expresiones institucionales del marxismo clásico sufrieron a fines del siglo pasado, la deriva de las estrategias y de la fisonomía de las ideas de izquierda y el eufemístico fin de las ideología, confirmaban la imposición unánime del capitalismo neoliberal como nuevo y único bloque capaz de disciplinar al mundo sobreviniente a partir del Consenso de Washington.