Creo que deberíamos preguntarnos si, frente a la amenaza cada vez más desembozada de una guerra imperial, no es el momento dramáticamente apropiado para que los ciudadanos de una sociedad global intenten recrear un tribunal de opinión, acaso el más democrático foro de debate y enjuiciamiento de los horrendos crímenes inferidos por los poderosos del mundo, tendiente a investigar y juzgar estos genocidios postmodernos. Creo que sería un aporte imprescindible, militante, dada la perentoriedad de la hora y la escalada de masacres encubiertas que, bajo la fachada de "operaciones humanitarias" se vienen perpetrando, como mínimo, en las últimas dos décadas en nombre de la seguridad, la libertad, la democracia y la paz. Esto, que dicho así parece una verdadera locura, reconoce precedentes no demasiado lejanos en la historia de la humanidad. Basta con recordar el tribunal Russell- Sartre para Vietnam. O expresiones simbólicas más cercanas en el tiempo, como el Tribunal Permanente de los Pueblos. Por otra parte, más allá de las enormes dificultades de todo tipo, color y tamaño que encontraríamos para articular una estrategia defensiva de esas características, está claro que, de no intentarse algo parecido, es poco y nada lo que podemos esperar de la "Comunidad Internacional" y los tribunales preexistentes, dada su histórica dependencia con los intereses de las grandes potencias hegemónicas del planeta y la selectividad de absolutamente todos y cada uno de sus intentos de persecución y juzgamiento frente a crímenes masivos