El señorío del lupus
Por Eduardo Luis Aguirre
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político  y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Por Eduardo Luis Aguirre

La incertidumbre frente a lo desconocido y la profundización acelerada de un nuevo modelo de acumulación y concentración del capital parecieran sugerir que las preocupaciones por la sordidez y las gramáticas inconmovibles de las variables económicas desbocadas fueran el único prisma a través del cual podría analizarse este nuevo hiato de la historia propia.

El capitalismo en su fase neoliberal presenta numerosas particularidades que ya hemos analizado pormenorizadamente en presentaciones anteriores. Quizás una de las singularidades más violentas de la nueva cultura conservadora surja del programa del denominado “Nuevo Realismo de Derecha” norteamericano, que alcanzara gran auge no solamente en el país más poderoso de la tierra, sino también en otras regiones del mundo, incluso en países de la periferia, como es el caso de América Latina.

Por Jorge Alemán (*)

La narrativa del Capital constituye la mejor descripción de la jaula de acero Metafisica en la que ha quedado emplazada la existencia. La riqueza deviene mercancia, el valor de uso se vuelve valor de cambio,el trabajo concreto se convierte en trabajo abstracto, el trabajador y su trabajo vivo se metaboliza en las relaciones de producción vendiendo su trabajo bajo el modo de la mercancía, el trabajo socialmente necesario se vuelve una maquina generadora de plusvalor.

Por Eduardo Luis Aguirre

Ramón Grosfoguel, sociólogo portorriqueño, uno de los referentes más reconocidos de la Teoría de la Decolonialidad, es además uno de los militantes más conspicuos del denominado “Proyecto de la Modernidad/Colonialidad”, uno de los grupos de pensamiento crítico más importantes del Continente, integrado también por sus colegas Aníbal Quijano y Edgardo Lander, el semiólogo Walter Mignolo y los filósofos Enrique Dussel y Santiago Castro- Gómez, entre otros.

Por Jorge Alemán (*)

Los distintos estudiosos del neoliberalismo consideran bajo distintos ángulos teóricos que constituye un nuevo tipo de “racionalidad” o fundamento que se va tornando incompatible con las tradiciones liberales modernas. Su característica más notable es la transformación del ser hablante, mortal y sexuado en un ente solo considerado como “capital humano”, el que imperativamente debe tender hacia su autovaloración permanente e ilimitada.

Por Eduardo Luis Aguirre

Hoy es innegable la hegemonía de los derechos humanos como lenguaje de la dignidad humana. Sin embargo, esta hegemonía debe convivir con una realidad alarmante. La gran mayoría de la población mundial no es sujeto de derechos humanos, sino el objeto de los discursos de derechos humanos. Por tanto, hay que comenzar por preguntarse si los derechos humanos son eficaces para la lucha de los excluidos, los explotados y los discriminados, o si, por el contrario, la hacen más difícil. En otras palabras, ¿la hegemonía de la que goza hoy el discurso de los derechos humanos es el resultado de una victoria histórica o, por el contrario, de una derrota histórica?” (1)

En su libro “La sociedad de iguales” (2013), último tramo de una saga destinada a reflexionar sobre las sucesivas transformaciones de las democracias (1), Pierre Rosanvallon, Profesor de Historia Moderna y Teoría Política en el Colegio de Francia, advierte sobre las distintas dimensiones históricas y sociales que han asumido estas formas de gobierno entre el siglo XIX y la contemporaneidad neoliberal.