Por Diego Gómez (*)

La apasionante historia del país latino de los Balcanes.











Rumanía en entreguerras

El estatus político y las dimensiones territoriales de Rumanía al momento de adherirse al Pacto Tripartito(1) fueron consecuencia de los tratados de paz que dieron fin a la Primera Guerra Mundial (PGM) en 1914. Saint Germain y Trianon viabilizaron la conformación de la Gran Rumanía, que incluyó las regiones de Transilvania, Valaquia, Dobruja, Bucovina y Besarabia. Sin embargo esta amplitud territorial se explica, más allá del nacionalismo expansionista, por la desintegración del imperio austro-húngaro (pérdida de Transilvania y Bucovina) y la revolución rusa de 1917 (que finalmente no pudo mantener Besarabia dentro de sus fronteras). Los británicos y franceses, “socorridos” por la política de autodeterminación de los pueblos de Woodrow Wilson, diagramaron las fronteras de la Europa Central y Oriental que limitaban con Rusia, generando una suerte de “cordón sanitario” con el fin de impedir la expansión de la revolución bolchevique. El temor de la burguesía imperialista era absolutamente fundado porque tanto en Hungría como en Alemania, en las postrimerías de la Gran Guerra (como se llamaba a la PGM), habían estallado sendos movimientos revolucionarios. El primer acto en la escena política europea del reino de Rumanía, una vez finalizada la PGM, consistió en invadir territorio húngaro y acabar con la revolución soviética liderada por Béla Kun.


Europa en 1914

La política exterior de Rumanía estuvo influenciada por la dirección anglo-francesa surgida del Tratado de Versalles. El Estado gobernado por el rey Carol II(2) formó parte, con Yugoslavia y Checoslovaquia, de una “Petite Entente” que se desmoronó como consecuencia del avance del nazi-fascismo y el consecuente retroceso de las democracias liberales francesa e inglesa. Para comienzos de 1940 Rumanía se encontraba amenazada desde dos direcciones; de la Rusia estalinista por el este y de Hungría por el oeste, y sus “creadores” británicos y franceses le exigían que se enfrentara a Hitler y a Stalin al mismo tiempo, pues todavía regía el pacto de no agresión germano-soviético.

 


Rey Carol II

 

La Guardia de Hierro

A la salida de la PGM Rumanía era un país principalmente agrario. El campesinado vivía en condiciones miserables, mientras la aristocracia feudal amasaba fortunas y las gastaba “alegremente” en Bucarest o París. Los explotados y los explotadores siquiera se veían las caras y los campesinos tan solo se contactaban con la burguesía terrateniente por medio de la clase media recaudadora judía, que hacía las veces de intermediaria. Además, la intelligentsia estaba compuesta en gran parte por judíos, como consecuencia de su abrumador predominio en las universidades. Esta situación de visibilidad del pueblo judío había provocado el surgimiento de un sentimiento antisemita que puede medirse en la realización de varios pogroms a finales del siglo XIX y principios del XX.



Antes de que el nazismo fusionara antisemitismo con anticomunismo, la Legión de San Miguel Arcángel(3), cuyo brazo armado se denominó la Guardia de Hierro, desde mediados de la década de 1920 sostuvo que, además de la finanza internacional, los judíos y los comunistas eran opuestos por el vértice a un proyecto político que pudiera liberar al pueblo rumano. Su creador, Corneliu Zelea Codreanu, veía posible la “purificación” de Rumania por medio del exterminio de la “raza hebrea”, el comunismo eslavo y con la finalización de la opresión que sufría el campesinado a manos de la oligarquía terrateniente. La Legión, entonces, podía hacer relativa empatía con los intereses de la clase dominante rumana, en tanto que atacaba la ideología comunista y al sostener que buena parte de los problemas se debían a los judíos, no hacía otra cosa que vedar cualquier tipo de explicación que pusiera en jaque la verdadera dinámica de explotación y opresión capitalista.

 


Corneliu Zelea Codreanu

 

Pero a pesar de tener enemigos comunes, el gobierno del rey Carol II y la Guardia de Hierro permanecían en absoluta tensión. El fascismo, fusionado con un cristianismo integral, chocaba con un gobierno que pretendía encaramarse detrás de las democracias liberales europeas. Era común el asesinato de encumbrados políticos a manos de los legionarios, como también estos eran víctimas de una constante persecución por parte del gobierno. A fines de 1938, cuando Berlín presionaba para que se dejara de perseguir a Codreanu y, en cambio, se le diera a este un lugar de relevancia dentro del cuerpo político gubernamental, el rey decidió llevar adelante el asesinato del líder de los legionarios y de otros importantes cuadros de la organización. Quizás este haya sido el último intento de sintonizar y “aferrarse” a la política anglo-francesa, que se encontraba ya en pleno retroceso y que tan solo tres meses más tarde iba a entregar Checoslovaquia al nazismo.

Abdicación y todo el poder al Conducator

A mediados de 1940, con Francia totalmente derrotada e Inglaterra tan solo en precarias condiciones para resistir al Eje, el rey decidía abdicar en favor de su hijo Miguel pero otorgaba el poder al general Ion Antonescu, y a partir de ese momento Rumanía liderada por el Conducator(4) se iba a arrojar a los brazos del Tercer Reich. La “resignación” de Besarabia y Bucovina a la URSS (junio 1940) y la consumación del Arbitraje de Viena (agosto 1940), por medio del cual buena parte de Transilvania pasaba a manos húngaras fueron los sucesos que terminaron de desgastar la figura de Carol II y la consecuente entrega del poder a un hombre que se había ganado la fama como general durante la PGM y sobre todo con la liquidación de la revolución soviética de Hungría.

 


Antonescu

 

Ion Antonescu, quien no era legionario pero sí había trabado una fuerte amistad con Codreanu convocaba a la Guardia de Hierro a formar parte de su gobierno y declaraba el “Estado Nacional Legionario”. En noviembre de 1940 Rumanía iba a firmar su adhesión al Pacto Tripartito y se ponían en marcha los planes para atacar la URSS. Era el general rumano el único al que se le permitía hablar con entera libertad delante del Führer, y solamente a él se le solicitaba asesoramiento técnico en materia militar tras haberle anunciado el propio Hitler, con mayor antelación que a los demás Jefes de Estado, el inminente ataque contra la URSS.

A principios de 1941 se había constituido una triada de poder: por un lado el Conducator y el ejército, por otro la Guardia de Hierro, y finalmente la hegemonía y condicionamiento que ejercía Hitler por medio de la Wermacht, que estaba totalmente instalada en suelo rumano. Pero la pretensión de los legionarios por tomar definitivamente el poder político hizo que comenzaran los enfrentamientos entre estos y el ejército. En dos jornadas de lucha en las calles de Bucarest, que se cobraron más de quinientas vidas, la Guardia de Hierro fue derrotada.

Inmediatamente Hitler hizo público su respaldo a Antonescu, pues seguramente le era más redituable un ejército regular, numeroso y fuerte que una organización armada, sí bien afín ideológicamente al nazismo, poco organizada. Alemania se aseguraba entonces un Quinsling(5) balcánico y el suministro pacífico del tan ansiado petróleo.

Ataque a la URSS y derrota de Antonescu

El mismo 22 de junio de 1941, cuando el ejército alemán invadió la URSS, las tropas rumanas atravesaban el rio Prut penetrando en el flanco sudeste del país gobernado por Stalin. Este accionar era publicitado como una intervención bélica necesaria para recuperar Besarabia y Bucovina, perdidas como consecuencia del pacto germano-soviético de 1939. Pero además de la recuperación, Hitler le había prometido a Antonescu que las fronteras rumanas podían avanzar y extenderse hasta el río Dniéster. El avance sobre territorio soviético se hizo efectivo y para mediados de 1942 Odesa era ocupada y se creaba la provincia de Transnistria, en un suelo que nunca había sido rumano.

Sí bien las clases poseedoras rumanas y los partidos políticos tradicionales veían a la alianza con Alemania como un mal menor (esto podía representar la recuperación de los territorios perdidos a costa de Stalin y el mariscal húngaro Miklós Horthy) el definitivo alineamiento con el eje no era bien visto. Sobre todo porque Hitler había obligado a Antonescu a declarar la guerra a Estados Unidos de América (EUA), luego del bombardeo a Pearl Harbour, y debido a que Gran Bretaña había declarado la guerra a Rumania en diciembre de 1942. El radical distanciamiento con los aliados no era una política plausible de ser duradera para los sectores más influyentes de la clase dominante rumana. Y cuando se produjo la capitulación ante Stalingrado, el 1 de febrero de 1943, se consumaba de la misma manera la derrota de Rumanía. El fin del mito de la invencibilidad alemana y la dramática retirada de las tropas nazis, rumanas, húngaras, italianas y croatas, a través del crudo invierno de la estepa ucraniana, se daba mientras comenzaban a surgir en Bucarest movimientos conspiratorios contra el Conducator.


Soldados rumanos prisioneros en Stalingrado

El antecedente de la destitución de Mussolini y el acercamiento a los aliados, a mediados de 1943, por parte de la monarquía italiana, haya sido quizás una suerte de modelo que iba a terminar copiando el rey de Miguel I de Rumanía. Enviados del monarca comenzaron a mantener en El Cairo, a fines de 1943, contactos con los aliados con el fin de abandonar el Pacto Tripartito y encolumnarse detrás de Churchill, Roosevelt y Stalin.


A la izquierda, Miguel I de Rumania

Para 1944 el Ejército Rojo penetraba firmemente en territorio rumano y en ese contexto es que el rey Miguel I recuperaba el poder de la mano de las principales formaciones políticas burguesas y buena parte del ejército. En esta situación de precariedad Ion Antonescu decidía renunciar, debido a la absoluta carencia de apoyo y legitimidad con la que contaba luego de la aplastante derrota ante la URSS. Su gobierno ya no era sostenido por las clases dominantes, por la fascista Guardia de Hierro (se la había atacado y desmembrado) ni por el campesinado y la clase obrera que hartos de las privaciones, carencias y sufrimientos que les había traído la guerra, pugnaban por la retirada de las tropas alemanas y por un cese del fuego.


Entrada del Ejército Rojo en Bucarest

Paso al bando de los Aliados

El paso al bando de los aliados no resultó fácil para el pueblo rumano, pues durante la transición sufrió los bombardeos de los aviones estadounidenses sobre las principales ciudades (sobre todo sobre Bucarest) y luego, lo que quedaba del fatigado ejército se vio obligado a invadir Hungría y Checoslovaquia. En octubre de 1944 Stalin y Churchill, en Moscú, habían llegado a un acuerdo sobre las áreas de influencia en los Balcanes. En esas conversaciones se acordó que Rumania y Bulgaria iban a ser zonas de hegemonía soviética, Grecia británica y la cuestión de Yugoslavia no se terminó de dirimir, sobre todo por la autonomía que iba tomando el movimiento de liberación nacional liderado por Partido Comunista Yugoslavo.

En este contexto de influencia soviética es que se iba a producir, durante las postrimerías de la guerra, la toma del poder por parte de los comunistas rumanos fieles a Stalin. El 6 de marzo de 1945 se formó un gobierno presidido por Petru Groza, que iba a llevar adelante reformas de izquierda con un importante apoyo popular. Groza no era de origen comunista y por esa cuestión era una figura potable para encaminar la consolidación de un régimen pro-soviético sin provocar la oposición de las masas (mayormente campesinas) distantes de la ideología comunista.

Las principales figuras del Partido Comunista Rumano, Ana Pauker(6) y Gheorghiu-Dej(7), abogaban por mantener la apariencia de un gobierno de coalición y utilizarlo como medio para ganarse la confianza de las masas, ya que el apoyo a su doctrina en el período inmediatamente posterior a la guerra era todavía relativamente débil entre la población, contándose únicamente un millar de militantes en el partido a comienzos de 1945.

 


Ana Pauker y Gheorghiu-Dej

 

El periodo que va de 1946 a 1949 se caracterizó por un lento y firme avance de las fuerzas comunistas sobre el resto de las formaciones políticas. El Partido Campesino y el Partido Nacional Liberal, los dos partidos burgueses más importantes, fueron disueltos a mediados de 1947 y en diciembre de ese mismo año Gheorghiu-Dej y Groza presionaron al rey para que abdicase y como consecuencia se producía la abolición de la monarquía y la proclamación de la República Popular Rumana. El comunismo estalinista, que iba a tomar forma de Estado Obrero Deformado, avanzaba y se consolidaba en el poder.

Conclusión

En un breve periodo de tiempo Rumanía pasó de ser una monarquía afín a Gran Bretaña y Francia a formar parte del Pacto Tripartito e invadir la Unión Soviética, llegando a participar centralmente de la Batalla de Stalingrado. Pero la derrota alemana en el enfrentamiento que terminó inclinando la balanza a favor de los soviéticos modificó radicalmente el status político rumano. Las fuerzas burguesas más importantes, históricamente anglo-francesas, comenzaron a “construir” un camino con la intención de regresar a la “ortodoxia” luego del “impasse” fascista de Ion Antonescu. Sin embargo, el hecho de haber “desechado” al Conducator no hizo posible que el país de los Cárpatos se uniera al bando de los aliados sin costo alguno. El cambio de bando, tardío, hizo que fuera imposible quedar bajo la tutela de los británico-estadounidenses. El ejército rojo, en su imparable avance hacia el oeste europeo, no solo liberó el país de los nazis sino que, debido a lo acordado entre Stalin y Churchill, había llegado para imponer sus “condiciones”.

La política de la Democracias Populares, emanada del Kremlin, se impuso en Rumanía como en todos los países que habían sido liberados por las tropas soviéticas. La alianza de clases debía ser dirigida por los partidos comunistas, con el fin de llegar a constituirse Estados socialistas que tenían que seguir el modelo estalinista y los lineamientos emanados de Moscú.

Sin embargo el modelo soviético rumano tuvo sus especificidades pues tanto Gheorghe Gheorghiu-Dej (desde 1952 hasta su muerte en 1965) y Nicolae Ceausescu (desde 1965 hasta su asesinato en 1989), los máximos líderes de la República Comunista Rumana, mantuvieron una relativa independencia de la URSS en política internacional. Gheorghiu-Dej expulsó en 1958 a las tropas soviéticas de Rumanía, constituyéndose en el único país miembro del Pacto de Varsovia que no albergaba al ejército rojo en su suelo y Nicolae Ceausescu, mientras mantenía un régimen ultraopresivo, criticó duramente la invasión soviética a Checoslovaquia durante la Primavera de Praga, en 1968, y llevó adelante una propaganda diplomática en la que destacaba una postura favorable al desarme mundial y a la liquidación de los dos grandes bloques militares: la OTAN y el Pacto de Varsovia.

Notas:

1. Fue pacto firmado en Berlín el 27 de septiembre de 1940 por Saburō Kurusu, Adolf Hitler y Galeazzo Ciano, representando al Imperio de Japón, la Alemania nazi y el Reino de Italia, respectivamente. Este pacto constituyó una alianza militar entre estas naciones, y oficialmente se conformaron las Fuerzas del Eje, opuestas a las Fuerzas Aliadas en la Segunda Guerra Mundial. Más adelante se iba a adherir Yugoslavia, Hungría, Bulgaria y Rumania. 
2. Carlos fue el primer monarca rumano nacido en Rumanía, ya que los tres anteriores nacieron en el extranjero. Ante el avance alemán decidió firmar la adhesión rumana al Pacto Tripartito, abdicar y entregar el poder a un militar pro-nazi. 
3. Movimiento fascista de raigambre cristiana ortodoxa liderado por Corneliu Zelea Codreanu.
4. En rumano líder o conductor. Similar a términos como Duce o Führer. También Nicolae Ceausescu era denominado el Conducator del comunismo rumano. 
5. Vidkun Abraham Lauritz Jonssøn Quisling. Politico pro-nazi noruego y gobernante títere de su país luego de la ocupación alemana en el marco de la Segunda Guerra Mundial. 
6. Figura central del Partido Comunista Rumano, exiliada en Moscú, volvió al final de la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en una de las figuras más importantes de la República Comunista Rumana. 
7. Desde muy joven fue un militante comunista. Fue puesto preso en varias ocasiones y se convirtió el en líder de la Rumania comunista hasta su muerte en 1965.



(*) Original de La Izquierda Diario.