Por Eduardo Luis Aguirre

En “Introducción a Heidegger” (Gedisa, Barcelona, 2011), Gianni Vattimo consigue allanar uno de los pensamientos más complejos y creativos de la historia humana. De hecho, el último gran filósofo italiano dedicó 15 años de su vida a analizar la obra del alemán. El libro, breve, ágil, organizado, capaz de recorrer los tramos principales de Ser y Tiempo, la obra canónica del filósofo de la Selva Negra, consigue un objetivo no menor, además de disipar las dificultades que en materia de lenguaje, traducción y neologismos plantea el autor presentado. Despierta un interés urgente en la necesidad de acercarse al pensamiento de uno de los filósofos más influyentes y controvertidos del siglo pasado. No es para menos. Heidegger asume el reto (y Vattimo lo dimensiona en su justa medida) de polemizar sobre la historia del Ser. O sea, de reformular la pregunta más redundante y más crucial de la filosofía occidental. Y lo hace de una manera original, poniendo en crisis lo que el pensamiento (denominado) occidental había desarrollado en torno a esa cuestión durante más de 25 siglos e incluso apartándose de la indudable  influencia de la filosofía kantiana durante los años en los que escribe el inconcluso Ser y Tiempo, jaqueado por los límites del lenguaje. El autor advierte: “Heidegger habrá de decir más tarde que Ser y tiempo quedó interrumpido por insuficiencia del lenguaje, esto es, por la imposibilidad de desarrollar la indagación disponiendo sólo del lenguaje filosófico heredado de la tradición metafísica (dominada por la idea del ser como presencia). En esta dificultad - que constituye el núcleo, aun positivo, de todo el ulterior desarrollo del pensamiento heideggeriano - los dos problemas indicados en la parte final de Ser y tiempo se revelan radicalmente unidos: la metafísica como herencia de un lenguaje y de un conjunto de esquemas mentales aparece, como el principal impedimento para pasar de la comprensión implícita del ser (que el Dasein siempre tiene) a una comprensión filosófica. En estos dos términos de la cuestión - significado e historia de la metafísica, comprensión del ser y lenguaje apropiado a esa comprensión - se puede ver indicada en resumen la tarea que los resultados de Ser y tiempo proponen a la posterior reflexión heideggeriana”.

La vieja dicotomía entre cuerpo y alma, entre razón y emoción, es saldada por el profesor de Friburgo con un concepto novedoso: el "ser ahí". El hombre arrojado al mundo. El "dasein". Se trata de una nueva forma de concebir al Ser. Un Ser situado, acuciado e interpelado por la realidad. Por sus propios estados de ánimo, lo que constituye una condición primordial inherente al "estar en el mundo". También, por la tentación utilitarista e irrefrenable de valerse de los entes y las cosas. Las cosas para Heidegger son instrumentos susceptibles de ser utilizados. De ahí su idea del mundo como existenciario. Esa caracterización nos conducirá armónica, acompasadamente a dos aspectos centrales del pensamiento heideggeriano. Por una lado, el problema de la técnica. Por otra, la necesaria distinción entre entes y ontología.

Ese es el esquema que elige el autor para facilitar esta aproximación extraordinaria: “El sentido del concepto de ser se identifica siempre con la noción de la presencia, la cual podríamos llamar también, con un término quizás más familiar, la objetividad”. O si mejor se lo prefiere, la cotidianeidad.

Quizás no sea imprescindible-al menos para todos- leer esta introducción a Heidegger para comprender las coordenadas de su pensamiento. Pero el libro de Vattimo permite acercarse a semejante densidad abreviando la comprensible frustración que una obra de esa complejidad puede deparar al lector, casi siempre empeñado en la pregunta que rubrica la obra del pensador italiano y que fuera una de las principales preocupaciones del gigante de Messkirch: el significado del pensar.